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El mundo ha acelerado su marcha con la aparición de nuevas herramientas de inteligencia artificial (IA), como por ejemplo, los últimos modelos de ChatGPT.

Ricardo Baeza-Yates, profesor titular de la Universidad de Chile e investigador sénior del Instituto Milenio Fundamentos de los Datos, conversó con Futuro 360 para advertir que la velocidad de estos avances impide la reflexión sobre sus consecuencias éticas y sociales.

Baeza-Yates destacó la influencia de los Transformers (transformadores), una arquitectura avanzada de redes neuronales que ha impulsado tecnologías como ChatGPT desde su lanzamiento en 2022. Estos sistemas, capaces de generar textos, imágenes y videos que imitan la realidad con gran precisión, presentan serios desafíos éticos, pues pueden crear contenidos indistinguibles de lo real. “Este avance tan rápido no nos da tiempo para detenernos y pensar en las consecuencias”, señala el académico, quien enfatiza la urgencia de una reflexión ética en torno al uso de estas tecnologías.

La competencia feroz entre las grandes empresas tecnológicas, comparada por Baeza-Yates con una “guerra fría” por el desarrollo de la IA, genera una proliferación de lanzamientos apresurados y, en ocasiones, imperfectos. “Hoy en día, las grandes tecnológicas se apresuran a sacar el próximo gran lanzamiento cada tres meses, sin tiempo para evaluar las implicancias de estos desarrollos“, comentó Baeza-Yates, subrayando los recientes tropiezos de Google con Gemini como ejemplo de esta tendencia.

Baeza-Yates también menciona los riesgos que ya se están materializando, como el impacto en la salud mental debido al uso de redes sociales y la posibilidad de mal uso de chatbots en situaciones críticas. “Hay casos documentados donde chatbots han influido negativamente en decisiones humanas, como el trágico suicidio en Bélgica”, explicó. Estos incidentes reflejan la necesidad de una regulación más estricta y una mayor responsabilidad en el desarrollo de la IA.

El concepto de “humanización de la tecnología” es otro punto crítico. La capacidad de estas tecnologías para imitar comportamientos humanos lleva a muchas personas a considerar a las máquinas como seres conscientes. Sin embargo, Baeza-Yates aclara que, aunque estos sistemas son excelentes imitadores, carecen de verdadera comprensión y solo repiten patrones aprendidos. “La inteligencia artificial actual no entiende el contexto de la misma forma que los humanos”, subrayó, poniendo en duda las proyecciones sobre la inminente llegada de la inteligencia artificial general.

Para abordar estos desafíos, Baeza-Yates sugiere un enfoque más lento y cuidadoso en el desarrollo de la IA, enfatizando la necesidad de un control humano sobre aplicaciones críticas, como la concesión de préstamos bancarios o becas. “Debemos empoderar a las personas y mejorar su productividad en lugar de reemplazarlas con máquinas”, afirmó.

Como miembro de varias organizaciones internacionales y coaliciones dedicadas a la IA responsable, Baeza-Yates trabaja para establecer políticas que aseguren un desarrollo ético y consciente de la inteligencia artificial. La discusión sobre la ética en la tecnología sigue siendo crucial, especialmente en un mundo donde la verdad digital se vuelve cada vez más difícil de discernir y la paranoia sobre la autenticidad de la información se intensifica.

El experto concluye con una visión crítica sobre el hiper-capitalismo en la tecnología, sugiriendo límites para la acumulación de riqueza y la necesidad de un enfoque más equilibrado que priorice el bienestar social sobre la competencia desenfrenada. “La mitad de la riqueza del planeta está en manos de unas pocas personas, y esto es un reflejo de la falta de límites en el hipercapitalismo”, señaló.

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