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Lentes infrarrojos que miden la fiebre o drones que actúan como policías, esos son algunos de los avances tecnológicos utilizados en China para intentar frenar la expansión del brote del nuevo coronavirus. Pero, esto ha desencadenado también un debate sobre el uso que se le está dando a los datos personales para esta tarea y cómo afecta la privacidad de los ciudadanos.

Con una cámara infrarroja podemos medir si alguien tiene fiebre o no. Y, en caso positivo, procedemos a llevarlo al hospital para examinarlo”, explica Lui Fen, agente del departamento de policía de Pekín.

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Drones, chequeos médicos mediante códigos QR y mini tanques que disparan spray descontaminante, son solo algunos de los artilugios tecnológicos con los que se pretenden frenar el avance de la pandemia.

El reconocimiento facial es una técnica que también se utiliza para controlar a la población frente a la expansión del coronavirus. “Se identifica el nombre de la persona y si registra una temperatura sobre los 38 grados, podemos tomar otras medidas”, agrega Huang Lei, de Hangwna Technology.

Con esta tecnología, no importa si el sujeto porta una mascarilla, son treinta personas por segundo las que permite identificar este sistema de reconocimiento facial. Aunque parece un método eficaz para controlar un virus pandémico, también lo podría ser para controlar el comportamiento de las personas.

Ellos van a determinar cuáles son tus recorridos, qué es lo que estás haciendo, qué es lo que estás comprando, cómo te estás comportando. Big data en ese aspecto entra a jugar un poco con el flujo normal de lo que uno hace en el día a día. Pero, recoge toda esa información y puedes tomar decisiones a partir del comportamiento del ser humano”, alerta el académico Miguel Sanhueza, director del UTEM Virtual.

En palabras simples, toda esta tecnología recoge la información personal. Nombre, dirección, historial clínico, entre otros, son detectables ya sea por tierra o por aire o por dispositivos como el teléfono. La polémica surge con las preguntas ¿qué pasa con esos datos personales?, ¿existe algún limite de cuánto puede un gobierno saber sobre los hábitos y comportamientos de sus ciudadanos?

Desde cuándo nací hasta dónde vivo, dónde trabajo. Pero esa información ya está en la base de datos. Y, el Estado, en este caso en China, obliga que entreguen esa información, porque con eso él puede prever las acciones futuras”, indica Sanhueza.

Por un lado robots se transforman en enfermeros, pero lo cierto es que la llamada big data, esos grandes cúmulos de información que, en casos como este contienen datos personales, llevan una vez más a cuestionar el uso de esta información. El diagnóstico es claro: la falta de legislación.

El director de UTEM señala que no hay un marco normativo legal sobre la información que , por ejemplo, en Chile, los ciudadanos entregan desde una compra cuando provee el número de RUT, hasta el uso de datos electorales.

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Por un lado, la prevención de un virus mundial y, por otro, la información personal disponible en el llamado big data, plantean grandes reflexiones éticas y de privacidad.

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