En las calles y monumentos de nuestras ciudades, la historia se refleja en cada esquina, en cada estatua. Sin embargo, detrás de esta aparente narrativa, se esconde una realidad que muchas veces pasa desapercibida: la ausencia de la mujer en estos espacios públicos.
Un recorrido por las calles revela una tendencia sorprendente: la abrumadora mayoría de los nombres de calles están dedicados a hombres. En Chile, por cada calle que lleva el nombre de una mujer, hay más de cinco dedicadas a hombres. Un dato contundente que pone de manifiesto una desigualdad arraigada en la topografía urbana.
Para comprender mejor esta situación, nos unimos a Francisca Mieres Soto, socióloga de Vértice Urbano, un equipo interdisciplinario de mujeres dedicadas a los estudios urbanos desde una perspectiva feminista. Junto a ella, exploramos la realidad de las capitales regionales del país, donde apenas el 4.7% de los monumentos públicos están dedicados a mujeres, según datos del Consejo de Monumentos Nacionales de Chile.
“Es una historia que pareciera no haber sido escrita por y con mujeres“, reflexiona Ana Ledezma Salse, directora del Departamento de Historia de la UAH. A medida que avanzamos por las calles, los monumentos a hombres dominan el paisaje, mientras que las figuras históricas femeninas brillan por su ausencia.
Carolina Pérez, Subsecretaria de Patrimonio Cultural, reconoce la necesidad de cambiar esta realidad. En la Región Metropolitana, la más poblada del país, solo seis de los 125 monumentos públicos homenajean a mujeres. En cuanto a las calles, apenas un 18% lleva nombres femeninos.
Sin embargo, hay iniciativas que buscan revertir esta situación. La plaza de bolsillo Aurora Feminista es un ejemplo de cómo se pueden integrar elementos de perspectiva de género en el diseño urbano. María Paz Rodríguez Parada, arquitecta de Vértice Urbano, destaca la importancia de estas acciones para construir una ciudad más inclusiva y representativa.
“Son cambios que aunque parezcan pequeños, pueden cambiar la percepción de más del 50% de la población”, señala Ana Ledezma Salse. “Es hora de imaginar una ciudad donde todos y todas nos sintamos parte, donde la representatividad no sea una excepción, sino la norma. La ciudad puede y debe ser moldeable para reflejar la diversidad y la igualdad que buscamos alcanzar“, cierra la experta.
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