Un grupo de investigadores chilenos participaron del hallazgo de un huevo de dinosaurio más grande del que se tenga registro en la humanidad.
Encontraron por primera vez el fósil hace casi una década, en la Antártica, luego de lo cual permaneció sin etiquetar en las colecciones del país en el Museo Nacional de Historia Natural. Los científicos se refirieron al fósil de piedra de más de 28 por 18 centímetros simplemente como “la cosa”.
El equipo perforó las muchas capas de la membrana del huevo usando microscopios para determinar que el fósil era un huevo. De cáscara delgada “visiblemente colapsado y plegado” es uno de los más grandes que se haya descrito, solo superado por el huevo de ave de elefante.
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Su estructura es similar a la de la mayoría de las lagartijas y serpientes existentes hoy, lo que indica un estilo de vida ovovivíparo por el cual el huevo se desarrolla dentro de la madre y eclosiona inmediatamente después de ser puesto.
“Un huevo tan grande con una cáscara de huevo relativamente delgada puede reflejar restricciones derivadas asociadas con la forma del cuerpo, la inversión reproductiva vinculada con el gigantismo y la viviparidad lepidosauriana, en la que se pone un huevo ‘vestigial’ y eclosiona de inmediato”, escriben los autores del estudio en Nature.
El hallazgo
Solo por aire es posible llegar a la Isla Seymour, ubicada al este de la península Antártica. Desafiando potentes vientos y bajas temperaturas, fue así como investigadores nacionales encontraron lo que permanecía oculto por más de 66 millones de años.
“Tiene una apariencia arrugada, algo así como un globo desinflado“, comenta Alexander Vargas, director del Proyecto Anillo de la U. de Chile.
“De inmediato ‘googleamos’ imágenes de huevos de serpientes marinas, los cuales presentaban exactamente el mismo tipo de pliegues al momento de la eclosión. Por lo tanto, este podría ser el huevo de un reptil marino gigante“, explicó David Rubilar, jefe área de paleontología en MNHN.
Si bien el fósil fue encontrado en 2011, fue solo a través de análisis químicos y exámenes exhaustivos los que lograron confirmar, nueve años después, que este es el huevo de dinosaurio más grande del que tenga registro la humanidad.
“Claramente, se trataba de un elemento biológico, muy distinto de lo que uno puede observar en estructuras sedimentarias. Era evidente que era un fósil”, dice Rodrigo Otero, investigador de la Red Paleontológica en la U. de Chile.
Un fósil que pertenece a un mosasaurio, algo así como una lagartija marina gigante que podía medir entre 7 y 17 metros de largo y era uno de los principales depredadores del mar en aquel periodo.
El huevo de 30 centímetros y de un peso de 6,5 kilos fue identificado gracias a lo blando de su cáscara.
“Esto sin duda es un aporte para entender un poco más la reproducción de los grandes reptiles marinos de la era mesozoica de lo cual sabemos muy poco”, añade Vargas.
El inédito hallazgo da la vuelta al mundo, porque permite comprender más sobre la reproducción de estos gigantes, previo a su extinción y también a sus descendientes actuales: las lagartijas y las serpientes.
Resultado de un trabajo colaborativo entre profesionales chilenos y de la Universidad de Texas, el llamado “huevo de piedra antártico tardío” postula a transformarse en uno de los hitos científicos de este año.
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“Junto con poner la paleontología como una disciplina que agrega gran valor a nuestra investigación científica es también una fuente de inspiración“, indica Andrés Couve, ministro de Ciencia y Tecnología.
El fósil se mantiene en el Museo de Historia Natural y continuará siendo estudiado, un hallazgo que pasa a la historia, gracias al trabajo de chilenos.
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