Su origen radica en Asia y a lo largo de los años se ha expandido por el resto del mundo, siendo Australia, centro y Sudamérica las zonas más afectadas.
Se trata del quitridiomicosis, un hongo microscópico que ha causado la mayor pérdida de biodiversidad anfibia, uno que incluso amenaza a las especies en nuestro país como la ranita de Darwin y la rana chilena que hoy están en peligro.
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Este hongo ataca directamente a la piel de los anfibios e impide la correcta regulación del agua. “La piel se engrosa y ellos no pueden desarrollar estas funciones de forma normal y terminan muriendo“, explica Claudio Soto-Azat, director de sustentabilidad de la U. Andrés Bello.
Sin estos anfibios, las plagas de insectos que afectan a la agricultura o las enfermedades que transmiten los mosquitos a los humanos, sería mucho más difícil de controlar.
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Es por esto que desde la comunidad científica hay especial preocupación y aunque aún hay una pequeña posibilidad de evitar la extinción de los anfibios, este hongo ya ha terminado con la vida de 90 especies a nivel mundial.
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