Un emocionante descubrimiento ha sacudido el mundo de la astronomía. Se trata de Gaia BH3, el agujero negro estelar más grande jamás encontrado en nuestra galaxia, la Vía Láctea.
Con 33 veces la masa del sol, Gaia BH3 supera significativamente a otros agujeros negros estelares en la galaxia, que típicamente tienen entre 10 a 20 veces la masa solar. Este misterioso objeto astronómico se encuentra a aproximadamente 2 mil años luz de distancia de la Tierra y se formó a partir del colapso de una estrella supermasiva, absorbiendo todo a su alrededor, incluida la luz.
El descubrimiento de Gaia BH3 fue accidental, revelado por astrofísicos franceses que trabajaban en el proyecto Gaia, cuyo objetivo es crear un mapa tridimensional de la Vía Láctea. Revisando datos e imágenes generados por el proyecto, se encontraron con este fenómeno inesperado que desafiaba las expectativas.
El crucial aporte de datos para este hallazgo provino de observaciones realizadas en Chile, específicamente desde el desierto de Atacama utilizando el “Very Large Telescope” de la ESO. Este telescopio detectó cambios en el movimiento de las estrellas que rodean a Gaia BH3, lo que permitió su identificación.
El uso de una técnica diferente a las convencionales para detectar agujeros negros destaca la importancia de este descubrimiento, que abre nuevas perspectivas para la investigación espacial.
Este hallazgo subraya el valor de la colaboración internacional en el campo de la astronomía, con el 60% de la capacidad de observación astronómica global concentrada en los cielos chilenos. Los datos proporcionados por Chile han sido fundamentales para comprender mejor uno de los objetos más enigmáticos del universo, ofreciendo una visión más profunda de la naturaleza y la evolución de los agujeros negros estelares.
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