Nadan tan cerca de la orilla que es como si posaran tranquilamente para las cámaras de turistas que esperan sacar la mejor foto de ellos. Y quizás, dentro de unos años, las imágenes de los delfines nariz de botella sean productos muy valiosos, ya que están en peligro.
Estos cetáceos son una de las grandes atracciones de la costa occidental de Australia y habitan un lugar que fue declarado patrimonio mundial por la Unesco.
Título que hoy no le sirve de mucho para escapar del calentamiento global, el que produjo una intensa ola de calor registrada en 2011.
Lo anterior provocó que se elevara su temperatura en 4 grados y se perdiera el llamado pasto marino, la principal fuente de alimentación de los delfines.
Asó lo explica Frederick Toro, médico veterinario de la Universidad Andrés Bello: “Provocó daños en la estructura trófica de todo el ecosistema“.
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“Esta baja de disponibilidad de los alimentos hace que no tengan la condición nutricional para poder lactar y tengan que buscar más sitios para alimentarse, por lo tanto más gastan energía y aumenta la tasa de mortalidad de las crías”, añadió.
Un círculo vicioso que produce que “no se reproduzcan constantemente porque no ven alimentos“.
Lo anterior, derivó en que la tasa de supervivencia de los delfines disminuyera en un 12% según investigaciones científicas de una universidad suiza.
La alerta mundial está encendida y el ecosistema marino chileno no está exento de ello. Actualmente nuestras costas albergan 19 especies de delfines, las que se verán afectadas con el fenómeno de El Niño, ya que aumentará la temperatura del océano.
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