Crisis climática: Apelación de Shell a orden que obliga a la compañía a reducir sus emisiones causa polémica

En un contexto de creciente preocupación por el cambio climático, la reciente apelación de la petrolera Shell para revertir una orden judicial que le exigía reducir sus emisiones ha generado revuelo a nivel mundial. Este movimiento legal, que se produce después de que un tribunal holandés ordenara a la empresa reducir sus emisiones en un 45% para 2030, ha sido criticado por organizaciones medioambientales y más de 17 mil co-querellantes que se unieron en el proceso judicial conocido como “El pueblo de Holanda contra Shell”.

El argumento de la empresa se basa en la falta de una base jurídica sólida para la orden de reducción, alegando que la sentencia y la demanda no pueden sostenerse legalmente. Además, Shell advierte sobre las grandes repercusiones económicas que esta reducción tendría y sugiere que cada país debería seguir sus propias resoluciones en materia de emisiones.

Sin embargo, las organizaciones medioambientales han denunciado que, a pesar de la orden judicial, Shell continúa afianzando inversiones en nuevos proyectos de petróleo y gas. Esto va en contra de los compromisos de la empresa de convertirse en una compañía con emisiones netas cero para 2050, y también contradice los objetivos establecidos en la reciente COP28 de Dubai, donde se acordó “alejarse de los combustibles fósiles” para el mismo año.

La apelación de Shell es especialmente significativa dado el momento en el que se produce: siete años después del Acuerdo de París, que busca limitar el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5°C para 2023. Este proceso legal pone de relieve la urgencia de la acción climática en un momento en que diversas petroleras, incluida Shell, están lejos de cumplir con los compromisos establecidos en dicho acuerdo.

Expertos estiman que la resolución de esta disputa legal podría llegar a mediados de año, mientras que la incertidumbre sobre el futuro de las políticas de reducción de emisiones de Shell persiste. La empresa se encuentra entre las diez más contaminantes del mundo, lo que subraya la importancia de este caso en el contexto de la crisis climática global.