Actualmente un 20% de los adultos chilenos tiene alguna discapacidad. De ellos, el 37% tiene problemas físicos o de movilidad.
Es por eso que se vuelve un imperativo crear mecanismos que permitan su reinserción en la sociedad, tomando aún más en consideración que la esperanza de vida sólo crece.
Para poder crear un mundo más inclusivo, en Chile ya se están implementando tecnologías que aporten a estos desafíos y mejoren su calidad de vida. Un ejemplo de ello es el módulo de conducción inclusivo, de origen sueco, que simula un vehículo automático.
Este es el primero de su tipo en el país y hasta la fecha 40 pacientes lo han probado. Así lo cuenta Andrés López, Orientador Laboral de la Mutual de Trabajadores: “Permite hoy, mediante un adaptador al que vas insertando al módulo, cuantificar y obtener datos duros de la capacidad de estas personas a la hora de conducir”.
Sus efectos positivos también los explica Rodrigo Llancapan, jefe de terapia de la Mutual de Seguridad, quien aclara que “lo que ocurre en Chile es que no hay a parámetros de normalidad para las personas en situación de discapacidad. El paciente va a renovar o sacar su licencia de conducir y no tiene forma de demostrar que puede conducir“.
Y para Belda Silva, quien trabajaba para el SAG revisando lotes de fruta de exportación en Las Cabras hasta que hace un año una grúa horquilla la atropelló por lo que debieron amputarle su pierna izquierda, esto es un beneficio muy concreto.
Desde que sufrió el accidente no ha podido conducir un auto, por lo que sus opciones laborales se limitan sin la autonomía de transporte. Ahora, este aparato no sólo permitirá a Belda certificar que está capacitada para conducir, sino también recuperar la confianza.
“Sentarme aquí y ver que sí era capaz fue sacarme el miedo de volver a trabajar jamás“, añadió.
Y si bien esta tecnología es extranjera, también hay experiencia nacionales, como las que se están desarrollando estudiantes de ingeniería de la Universidad de Chile, las que ponen de forma gratuita al servicio de los pacientes de lesiones neurológicas de la Fundación Esperanza Nuestra en Maipú.
Eduardo Carrasco, creador de Sispo Open Beauchef, lo describe: “Consiste en un balanza digital que inidica el conector de masa de un paciente, cada movimiento lo va mapenado”.
Hermes Canales de 72 años, uno de los beneficiados, comenta que “a uno le marca el equilibrio para poder estabilizarse, si había una tarima yo me caía, ahora me puedo subir incluso solo“.
Deja tu comentario