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Investigadores de la Universidad de Stanford han descubierto que las cocinas a gas emiten metano, un gas de efecto invernadero, en cantidades alarmantes.

Este hallazgo se ha replicado en Chile, donde se realizan estudios similares con el mismo equipo utilizado en el análisis original en Estados Unidos. Las emisiones no intencionadas de metano durante el uso diario de estas cocinas tienen un impacto climático equivalente al de 500.000 vehículos circulando en las carreteras estadounidenses.

El estudio, realizado en colaboración con expertos locales, se ha enfocado en medir las emisiones en viviendas de la Región Metropolitana. Durante las pruebas, se simula el proceso de cocción con una olla de agua en ebullición, midiendo el metano emitido cuando la cocina se enciende a diferentes niveles de potencia.

Los resultados son alarmantes: las concentraciones de metano aumentan notablemente cada vez que se enciende un quemador, alcanzando hasta 8 partes por millón (ppm) en su punto máximo, y disminuyendo a 3 ppm una vez que la llama se estabiliza.

Según los investigadores, el problema radica en que las cocinas no queman todo el metano liberado, lo que resulta en emisiones continuas de bajas concentraciones de este gas, incluso durante el uso normal. Aunque las concentraciones parecen menores, su efecto acumulativo es significativo, especialmente en hogares que utilizan gas a diario para cocinar, calentar agua o calefaccionar espacios.

La investigación ha abarcado varios países y ha concluido que las emisiones de metano por el uso de cocinas a gas son consistentes en distintas regiones del mundo. Esto sugiere que el problema no se limita a una infraestructura deficiente, sino que es intrínseco al diseño de los aparatos a gas, que no son completamente eficientes en la combustión del metano.

La implicación de estos hallazgos es clara: la transición hacia alternativas energéticas más limpias, como la electricidad, es crucial para reducir el impacto climático de los hogares. El metano es un gas de efecto invernadero más potente que el CO₂, y su reducción es fundamental para limitar el calentamiento global.

Los expertos instan a los consumidores chilenos a considerar opciones más sostenibles para sus necesidades energéticas y a seguir las tendencias globales hacia el uso de energías más limpias, mitigando así uno de los factores de emisiones más significativos en la vida cotidiana.

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