Parece sacado de una película futurista. Se trata de un casco inteligente que ya está en nuestro país para ayudar a combatir la pandemia de COVID-19. Entre las funciones clave para el control sanitario este implemento mide la temperatura, permite un reconocimiento facial y entrega la posibilidad de fiscalizar en terreno.
Personal de lugares como aeropuertos o el metro podrían, dentro de poco, contar con este casco inteligente, una innovación que podrían ser clave para el éxito de un eventual el plan de desconfinamiento.
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“Puede medir la temperatura hasta en 200 personas por minuto, a una distancia de siete metros y con una eficiencia de 13 personas simultáneamente. Tiene la capacidad de controlarse completamente desde el reloj (inteligente), de tal manera que no se manipule mucho el casco”, explica Fabián Delgado, director comercial de Sky Solutions.
Este tipo de casco inteligente ya se ha usado en China y en algunos países de Europa. Ahora, es el turno de nuestro país. Así es el casco con reconocimiento facial que también detecta la fiebre en las personas, y que podrá usarse como una llave para abrir el confinamiento.
“Existe un visor de realidad aumentada, donde se proyecta toda la imagen que está detectando el casco, ya sea por la cámara frontal que es una cámara de inteligencia artificial o la cámara lateral que es térmica“, agrega Delgado.
Este casco está pensado para ser utilizado en espacios de alto flujo de personas como, por ejemplo, la salida del metro. Con un solo movimiento el usuario del implemento puede pasar de una vista natural del entorno a una vista térmica.
“Puede detectar imágenes electrónicas, que es una imagen de colores, donde va a indicar la temperatura en una persona, en 13 personas, simultáneamente, o más. Y, por otra parte, tiene la capacidad de proyectar reconocimiento facial, códigos QR, y hasta reconocimiento de placa patente de vehículos“, señala el director comercial de Sky Solutions.
Esta tecnología permitió volver a abrir los aeropuertos de China, Italia y España. Por eso, ahora, se utiliza en 36 países, vigilando la salud de la personas en escuelas, hospitales y grandes empresas.
“Simula estar viendo un televisor de 74 pulgadas a tres metros de distancia. De tal manera que no genera una sensación de opresión o de encierro“, agrega el experto.
Así vemos que, tan rápido como avanza el virus, también lo hace la innovación. Otro ejemplo de ello es FEND, un spray nasal con el que un profesor de Harvard pretende reducir la transmisión del virus en el aire. Es una dosis hecha en base a sales.
“Principalmente, sales de calcio, sodio y cloruro. Basándose en que la administración de estas sales al sistema respiratorio, disminuiría la exhalación de microgotitas que no logran ser filtradas por la gran mayorías de las mascarillas que estamos usando ahora“, explica el virólogo Nicolás Muena de la Fundación Ciencia y Vida.
Aseguraría una protección de hasta seis horas y cada frasco permitiría 250 descargas. Su uso ha sido clínico en estados Unidos y pronto podría salir al mercado. Pero, precaución, su efectividad solo ha sido comprobada de forma preliminar.
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“Sólo se midió la exhalación de aerosoles y, esto, sólo en ocho voluntarios sanos. No se midió, por ejemplo, la carga viral, ni tampoco la cantidad de partículas infecciosas que estos podrían producir con y sin tratamiento”, advierte el virólogo Muena.
Pero pese a lo pequeño de la muestra, la efectividad fue de un 99%. Son herramientas que ya sean fármacos o tratamientos, sólo pretenden ponerle un freno a la pandemia.
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