Paloma Ávila de Fundación VTR, nos explica cómo la desigualdad, tan común entre las personas y las sociedades humanas, también se aprecia en el reino animal, afectando el estado de ánimo y de salud, por ejemplo, de los monos.
Los miembros de los grupos de macacos que tienen menor estatus social tienen más trabajo, menor acceso a los alimentos y a veces hasta menos manos que les saquen los piojos.
Te puede interesar: Menos bosques y más contaminación: Los desconocidos costos ambientales del consumo de carne
Las deficiencias también se expresan en el sistema inmune, ya que a medida que los ejemplares tienen mayores privilegios, este funciona y responde de una manera mucho mejor a diferencia de los menos privilegiados.
“Es una cuestión integral, no de cuánta plata tenga en el bolsillo”, agregó Paloma, quien complementó que la sensación de fragilidad de, en este caso, los animales, afecta directamente en cómo se desarrolla su vida.
Deja tu comentario