Sin ellas nos podemos comenzar a despedir del equilibrio ecológico de la biodiversidad y la permanencia de alimentos para miles de especies, entre ellos, nosotros, los humanos.
Hablamos de las abejas, que están recibiendo de forma directamente el impacto del cambio climático.
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“Si tenemos sequías prolongadas, no va haber alimento para las abejas. Va a faltar la fuente de azúcar que proviene del néctar y si no hay azúcar, no puede volar, no tiene energía para volar“, detalló Gloria Montenegro, de la facultad de Agronomía e Ingenieria Forestal PUC.
El vital proceso de la polinización, responsable de casi el 70% de los alimentos que consumimos, está bajo amenaza. La especie ha disminuido su presencia en casi un 40% durante las últimas décadas por la contaminación del aire y de los suelos.
“La abeja va a tomar el néctar contaminado y eso le afecta el sistema nervioso. ¿Y qué le pasa? Se pierde“, detalló Montenegro.
Otro de los factores que las afectan son el uso de transgénicos y ciertos insecticidas por parte de la gran industria y vulneración de los entornos que habitan.
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Es por todo esto que, en algunos países de Europa, especialmente Alemania, se han impulsado leyes que apuntan a la protección exclusiva de las abejas, en respuesta a la pérdida de la mitad de las colonias de forma anual en el continente europeo.
En tanto, Chile es el país de Latinoamérica que presentó la mayor pérdida de colmenas con un 52%. Las alarmas están encendidas.
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