¿Qué es el grafeno?

Aunque parece cosa de cuentos, el grafeno es tan real como los impuestos. Es uno de los elementos químicos más importantes de la naturaleza, y se obtiene a partir del grafito.

En esencia, es una lámina de carbono puro de un átomo de grosor, es decir, un millón de veces más fino que el cabello humano. A tener en cuenta, un metro cuadrado de este material pesa solo 0,77 mg.

Su existencia se conoce desde la década del ’30. Pudo aislarse en el ’61, pero fue recién en 2004 que volvió a la vida gracias cuando los rusos Andréy Gueim y Konstantín Novosiólov pudieron aislarlo a temperatura ambiente y demostraron sus aplicaciones industriales, un trabajo que, seis años después, les valió el Nobel de Física.

El grafeno es un material tan versátil que puede utilizarse tanto en la raqueta de Novak Djokovic como en los chips computacionales.

Con esto, las proyecciones que se hacen son solo maravillas: baterías de autos eléctricos que duren cientos de kilómetros, barcos y aviones más resistentes y ligeros, computadores y cables de fibra óptica más rápidos, pantallas táctiles flexibles o cámaras fotográficas mil veces más sensibles.

Se sabe que, además, podría llegar a brindarnos energía limpia e ilimitada. Esto según una reciente publicación de la revista científica Physical Review Letter, que explica cómo las fluctuaciones de los átomos de carbono que componen el grafeno producen energía de forma continua.

Dentro del campo de la medicina, por otra parte, se piensa en sus facultades para crear una posible cura contra el cáncer.

En Chile, de hecho, el Laboratorio de Biosensores de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la U. de Chile trabaja con grafeno en el área de la nanobiotecnología.

Allí, desarrollan materiales basados en el supermaterial para detectar de forma más simple moléculas que predigan que una persona puede sufrir enfermedades crónicas o cardiovasculares.

Si a lo anterior sumamos que últimamente se inventó un filtro de grafeno que transforma el agua de mar en agua potable, queda claro por qué se habla del “material de Dios”.