A inicios de este año, el ministerio francés de Cultura anunció que durante sus trabajos de reconstrucción de la aguja de la catedral de Notre Dame, incendiada en 2019, descubrieron dos sarcófagos escondidos.
Para conocer la procedencia e identificar los esqueletos, ambos sarcófagos de plomo fueron enviados al Hospital Universitario de Touluse para que especialistas los abrieran y comenzaran a realizar los análisis correspondientes.
El primer sarcófago, y el que se encontraba en mejor estado, perteneció a un eclesiástico llamado Antoine de la Porte, quien falleció el 24 de diciembre de 1710 a los 83 años. Esta información fue sacada de una placa de bronce que se encontraba dentro del ataúd con sus datos.
El equipo detalla que el esqueleto de la Porte está muy bien conservado, ya que aún poseía algunos textiles, pelos en la barba y era un hombre sumamente sedentario.
Los huesos de su dedo gordo del pie presentan signos de gota, un tipo de artritis inflamatoria que puede desencadenarse por beber y comer carne en exceso.
En lo que se refiere al segundo sarcófago, este no se encontraba en buenas condiciones, el cuerpo del hombre entre 25 y 40 años revela que fue embalsamado al morir, pero no presenta ninguna placa que lo pueda identificar.
El estudio de ambos sarcófagos sepultados en el crucero de la iglesia -la parte central- revela que se trataba de personas aristócratas con alto nivel adquisitivo.
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