Pocha y Guillermina, madre e hija, son elefantas asiáticas de 55 y 22 años. Su relación es matriarcal, es por ello que mantienen un estrecho vínculo para toda la vida. Al igual que los humanos reconocen el lazo con hermanas, tías, abuelas o madres para siempre.
“El vínculo se respeta”, explicaron los encargados de cambiar la vida de las elefantas que viajaron el pasado sábado 7 de mayo desde el Ecoparque de la Ciudad de Mendoza, en Argentina, al Santuario de Elefantes de Brasil (SEB) después de cuatro días y luego de décadas en cautiverio.
Pocha arribó en 1968 desde Alemania, cuando era una bebé al Ecoparque. Treinta años después, en 1998, parió a Guillermina.
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El momento de la salida de las elefantas fue seguida en vivo por miles de personas, traslado que es parte del Proyecto ELE -Estrategias para la Liberación de Elefantes y la campaña de la Fundación Franz Weber.
Pocha y Guillermina entrando esta mañana a Brasil, camino a la libertad.#TrasladoPochayGuillermina@ambientemendoza @EUDS_Elefantes @GlobalElephants@leandrofruitos pic.twitter.com/s3fAIoNtVR
— Humberto Mingorance (@MingoranceH) May 10, 2022
Cada una viajó frente a frente en una caja especial que pesa alrededor de 5 toneladas, que les brindó un traslado cómodo y seguro en la travesía de los 3224 kilómetros que separa del país trasandino y el municipio de Chapada dos Guimarâes, en Mato Grosso, cercano al santuario.
“Todo se realizó con mucha calma, con mucho amor. En todo momento ellas estuvieron muy tranquilas porque la gente del santuario les trasmitió mucha tranquilidad. Al verlos en interacción con las elefantas, uno se da cuenta de que saben perfectamente lo que hacen”, contó Mariana Caram, directora del Ecoparque de Mendoza a Infobae.
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Ambas se reunirán con otras cuatro elefantas de su especie, entre ellas Mara, trasladada dos años antes desde Mendoza y allí pasarán el resto de sus días en libertad, disfrutando de la selva y lo más importante: vivirán en manada.
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