Un pingüino de la especie Adelia (pygoscelis adeliae), que suele localizarse en la Antártica, recorrió 3.000 kilómetros y acabó en las playas de Nueva Zelanda, en la pequeña localidad de Birdlings Flat, informa The Guardian.
“Pingu”, como lo bautizó la comunidad que lo encontró, fue llevado por un grupo de vecinos a Christchurch Penguin Rehabilitation para que los médicos examinaran al ave y posteriormente lo devolvieran a su hábitat.
“Aparte de estar un poco hambriento y severamente deshidratado, en realidad no estaba tan mal, así que le dimos algunos líquidos y un batido de pescado”, señaló Thomas Stracke, especialista del centro al medio de comunicación.
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El experto señaló que era la tercera vez que un pingüino de Adelia llegaba desde un rincón tan austral, lo que deja de manifiesto, a juicio del experto, que la amenaza del calentamiento global repercute en una falta de alimentos para los animales marinos.
Finalmente llevaron a Pingu a la península de Banks y lo soltaron en el mar, para que volviera rumbo a su tierra natal.
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