Tengo de llegar al Valle
que su flor guarda el almendro
y cría los higuerales
que azulan higos extremos,
para ambular a la tarde
con mis vivos y mis muertos.Pende sobre el Valle, que arde,
una laguna de ensueño
que lo bautiza y refresca
de un eterno refrigerio
cuando el río de Elqui merma
blanqueando el ijar sediento.Valle del Elqui, Poema de Chile.
El 7 de abril, pero de 1889 nació Lucila Godoy Alcayaga, conocida internacionalmente como Gabriela Mistral en las tierras nortinas de Vicuña de la región de Coquimbo. “Poema de Chile” fue su último libro póstumo, del que se desprenden palabras dedicadas al Valle del Elqui, lugar que abarcó gran parte de su recuerdos de infancia. El libro se basa en un viaje de Mistral a lo largo de Chile en compañía de un niño y un huemul.
Mistral expresa la génesis de una historia, a medida que avanza y se deja entrever esa “sensibilidad ecológica” tan característica. Durante su recorrido por Chile de norte a sur como profesora rural, va descubriendo la variada geografía y fauna del país, lo que le permite entender la problemática ecológica que ya se gestaba en esa época. Más tarde se desempeñaría como cónsul de Chile en varios países, ampliando su mirada.
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Una maestra nortina que alcanzó la gloria junto a los más grandes autores del siglo XX por sus obras y “su poesía lírica que, inspirada en emociones poderosas, ha hecho de su nombre un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano”. Entre sus obras destacan Desolación, Tala y Lagar.
En sus escritos se refleja América y Europa, dos mundos que la inspirarían. Sus temas recurrentes son el amor, el engaño, el dolor, la naturaleza, los viajes, la muerte y la infancia.
Gabriela Mistral junto a Doris Dana en Rapallo; Italia, 1951. pic.twitter.com/8vRcAbtxfL
— Gabriela Mistral (@maestranobel) December 27, 2021
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Pero no solo eso, la visión indígena que atraviesan sus poemas es otro rasgo esencial de su conciencia ecológica. También la identidad latinoamericana, retratando las emociones de los habitantes, a veces abandonados a su suerte.
Se oyen cosas maravillosas
al tambor indio de la Tierra:
se oye el fuego que sube y baja
buscando el cielo, y no sosiega.
Rueda y rueda, se oyen los ríos
en cascadas que no se cuentan.
Se oyen mugir los animales;
se oye el hacha comer la selva.
Se oyen sonar telares indios.
Se oyen trillas, se oyen fiestas.La Tierra.
A través de la poesía de Gabriela Mistral podemos encontrar una nueva conexión con la naturaleza nativa del país y la región.
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