Cada cultura tiene sus propios ritos funerarios para simbolizar la llegada de la muerte. Durante siglos, el pueblo prehispánico mapuche utilizó canoas para darle el último adiós a sus seres queridos, una de las comunidades indígenas más reconocidas en Chile y Argentina que persisten hasta la actualidad.
Y hace unos 880 años, una mujer joven murió y fue sepultada en la Patagonia. Esto fue lo que descubrieron los investigadores de la Universidad de Río Negro, Universidad Católica de Temuco y Universidad Austral de Chile, lo que constituye el entierro en “wampo” o canoa más al sur de Sudamérica de lo que se sabía hasta ahora.
El féretro fue localizado en San Martin de los Andes, Provincia de Neuquén, en un sitio conocido como Newen Antug, cuyos restos se encuentran en una pequeña canoa de madera de cedro chileno que simboliza el viaje a la última morada de los muertos.
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“El entierro del Individuo 3 (….), una mujer adulta joven, con una ofrenda funeraria de cerámica característica del período de la Cerámica Tardía (…)”, señala la investigación publicada en la revista Plos One.
El estudio liderado por expertos de Chile y el país trasandino, señala que el cráneo y antebrazos de la joven están decorados con colorante rojo. Tiene una ofrenda sepulcral de cerámica tradicional y dentro de la fosa, el cuerpo reposaba sobre moluscos de agua dulce y trozos de madera.
“Al principio no entendíamos lo que veíamos, ya que era algo desconocido para la Argentina patagónica”, dijo Alberto Enrique Pérez, arqueólogo de la U. Católica de Temuco y autor principal a Gizmodo.
Además, al ser enterrada en la canoa y no en la tierra, el esqueleto se conservó con los huesos extendidos, los hombros encorvados y los brazos y antebrazos colocados sobre el torso y las caderas.
“Las fuentes históricas se refieren más a entierros en wampo o trolof entre individuos masculinos, pero eso es algo más reciente (…). El hallazgo de Newen Antug puede mostrar que era una práctica más extendida entre ambos géneros”, agregó el experto.
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Por último, la investigación agradece al pueblo indígena que reside en el lugar, pues para desenterrar un cuerpo se debe pedir permiso a la comunidad.”Nuestro especial reconocimiento y agradecimiento a la Comunidad Mapuche Curruhuinca por su Consentimiento Libre, Previo e Informado”, dice el estudio en la sección de agradecimientos.
Los trabajos de rescate del Individuo 3 del sitio fueron realizados entre 2012 y 2015 por arqueólogos y personal técnico del Laboratorio de Arqueología y Etnohistoria (LAE) de la Secretaría de Planificación y Desarrollo Sostenible del municipio de la localidad.
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