Investigaciones recientes han descubierto que las personas pueden adivinar el nombre de alguien basándose en su apariencia, lo que podría ser un caso de profecía autocumplida.
El estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), encontró que los participantes acertaban el nombre correcto de adultos a un nivel significativamente mayor al azar cuando se les mostraba una fotografía con cuatro opciones de nombres. Sin embargo, esta habilidad no se replicaba al identificar nombres de niños.
Los hallazgos indican que a medida que las personas maduran, tienden a adaptar su apariencia para ajustarse mejor a su nombre, ya sea mediante peinados, maquillaje, gafas, piercings o expresiones faciales. “Hemos demostrado que existen constructos sociales que afectan la apariencia de una persona“, explicó Yonat Zwebner, experto en marketing de la Universidad Reichman en Israel.
El estudio, realizado por investigadores de la Universidad Reichman y la Universidad Hebrea de Jerusalén, utilizó tanto participantes humanos como algoritmos de aprendizaje automático para probar la hipótesis. Se pidió a niños de entre 8 y 12 años y a adultos mayores de 18 años que emparejaran rostros y nombres en una prueba de opción múltiple. Ambos grupos acertaron con los rostros de adultos, pero no con los de niños.
Además, los algoritmos de aprendizaje automático encontraron que los adultos con el mismo nombre tienden a parecerse más entre sí que los niños con el mismo nombre. Esto sugiere que la apariencia facial se adapta a lo largo del tiempo para alinearse con el nombre.
“Estos resultados sugieren que las personas se desarrollan según el estereotipo que se les otorga al nacer“, concluyen los investigadores, según reportó ScienceAlert. La investigación plantea que nuestros nombres, como “etiquetas sociales”, pueden influir en nuestra identidad y apariencia, confirmando el potente impacto de las expectativas sociales.
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