(CNN en Español) — Estas silenciosas e increíbles criaturas llegaron a América del Sur antes que el hombre e hicieron de las regiones montañosas andinas su lugar en el mundo.
Un día como hoy, hace unos 10.000 años, el ser humano, flamante habitante de estas tierras zigzagueantes y empinadas, comenzaba a domesticar a este dócil e increíble animal que todavía continúa siendo una pieza clave de la economía regional.
Monumentos arqueológicos hallados en tierras peruanas dan crédito de este proceso que tiene varias aristas.
Seguramente, la gran concentración de hemoglobina en la sangre de este noble mamífero, motivo por el cual el escaso oxígeno de la alturas no hace mella en su productividad, sea una de las grandes razones. Tal vez su perenne mansitud y cercanía al ser humano también hayan servido de gran ayuda. El rigor científico indica que sus tres estómagos y su flora ruminal maximiza la utilización de fibra y proteína, por lo que la crudeza del terreno andino le viene bien.
Lo cierto es que ni aquellos primeros pobladores, y mucho menos los incas, iban a perderse los beneficios de este herbívoro pseudorumiante, de casi 1,3 metros de altura hasta sus omóplatos y casi 140 kilogramos de peso. Eso se traduce en mucha fuerza, mucha lana y también mucha carne.
En la actualidad, las llamas son utilizadas generalmente como animales de carga, pero en el pasado fueron veneradas y hasta adoradas como una deidad.
Apenas unas pocas esculturas incas en oro, plata y bronce escaparon de la codicia conquistadora y sobreviven desparramadas en museos del mundo.
Sin embargo, este animal, que fuera tan útil y admirado por los incas, continúa hoy día su existencia a lo largo de Perú, Chile, Bolivia, norte de Argentina, Ecuador y Colombia.
Eso sí, a diferencia de lo que ocurre en otras regiones del continente, en Machu Picchu sí que se dan la gran vida. Allí, las llamas son una pieza central de este escenario cargado de belleza y misterio.
El mejor momento para observarlas, disfrutarlas y hasta acariciarlas es bien temprano, cuando el lugar está menos atiborrado de viajeros. Se les puede ver pastando y rumiando sin cesar. Al fin y al cabo es el mismo mágico escenario que sus antepasados vieron nacer y hasta quizás ayudaron a construir.
¿Sabías que…?
– Los Laminis y los Camelinis son sus ancestros y vivían en América del Norte hace unos 10 millones de años.
– Existen dos tipos de llama: la Chaku o lanuda, y la Q’ara o pelada.
– La llama es uno de los animales más estudiados por su adaptación a la altura, sus enfermedades y sus requerimientos nutricionales.
– Los colores de la fibra de la llama van del blanco al puro al negro, pasando por una completa gama de marrones y grises.
– En viajes cortos llegan a transportar hasta 60 kg de peso y en tramos largos no más de 20 kg.
– Su carne, su lana, su cuero, su grasa y hasta sus excrementos se utilizan como combustible.
– Pero hay más acerca de los favores de sus excrementos. Un estudio reciente indica que los incas lo utilizaron como fertilizante para el cultivo de maíz en terrenos ubicados a gran altura, lo que colaboró para el asentamiento y crecimiento del imperio.
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