Un reciente estudio, publicado en Nature Ecology & Evolution, y realizado por investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Alemania ha arrojado nueva luz sobre las dietas de los cazadores-recolectores humanos preagrícolas que vivieron hace unos 15,000 años en lo que ahora es Marruecos. Contrario a la creencia popular de que su dieta estaba cargada principalmente de proteínas animales, el estudio revela que estos antiguos habitantes consumían una cantidad significativa de alimentos a base de plantas.
El equipo liderado por la antropóloga Zineb Moubtahij utilizó sofisticadas técnicas para analizar muestras de dientes y huesos de individuos pertenecientes a la cultura Iberomaurusiana, que habitó la cueva de Taforalt en Marruecos al final del Pleistoceno hace 15,000 años. Los resultados del estudio indican que estos antiguos cazadores-recolectores obtenían una parte sustancial de su dieta de plantas, incluyendo raíces, frutas, tallos, flores y hojas.
Según los investigadores, las proporciones de varios isótopos en los restos humanos proporcionaron detalles sorprendentemente detallados sobre la naturaleza de los alimentos que consumieron. En particular, encontraron evidencia significativa de un consumo sustancial de plantas, incluyendo la presencia de zinc, un nutriente más comúnmente asociado con fuentes vegetales.
Además, el estudio reveló que incluso los bebés en la comunidad Iberomaurusiana fueron destetados con una dieta compuesta principalmente por alimentos vegetales, según lo indicado por los isótopos en los huesos de un bebé que murió entre los seis y los 12 meses de edad.
Estos hallazgos desafían la noción previamente aceptada de que los cazadores-recolectores prehistóricos dependían principalmente de la carne y los productos animales para su alimentación. En cambio, sugieren que las dietas variaban significativamente de cultura a cultura y de lugar a lugar, con algunas comunidades dependiendo en gran medida de los recursos vegetales para sobrevivir.
El estudio destaca la importancia de investigar las prácticas dietéticas en diferentes contextos y proporciona una visión más completa de las estrategias de subsistencia humanas en el pasado. Estos hallazgos podrían tener implicaciones importantes para nuestra comprensión de la evolución de la alimentación humana y la adaptación a diferentes entornos.
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