Carroñeros del pasado: Descubriendo la última cena de un trilobite marino

Hace unos 465 millones de años, un trilobite marino llamado Bohemolichas incola tuvo su última cena antes de ser sorprendido por una corriente de lodo mortal que lo enterró vivo.

Gracias a la microtomografía de rayos X con radiación sincrotrónica, científicos de la Universidad Carolina de la República Checa han reconstruido este último banquete, revelando detalles fascinantes sobre la vida de este antiguo depredador.

La última cena

El trilobite del Ordovícico, Bohemolichas incola, reveló ser un comensal no selectivo, un carroñero oportunista que se alimentaba de animales vivos o muertos que se desintegraban fácilmente o eran lo suficientemente pequeños para tragar enteros.

En esta primicia científica, los investigadores nos permiten espiar las entrañas de este trilobite, una de las 20,000 especies conocidas. Estos antiguos invertebrados desempeñaron un papel vital en el ecosistema marino durante un asombroso período de 270 millones de años.

Este fósil en particular, descubierto en 1908 y conservado en una “bola de Rokycany”, ha sido un hallazgo invaluable para la paleontología. Su historia personal, compartida por el autor principal Petr Kraft, añade un toque humano a este descubrimiento asombroso.

Los científicos enfrentaron el desafío de examinar el fósil sin destruirlo. La solución llegó en forma de una técnica de imagen desarrollada en la Instalación Europea de Radiación Sincrotrón en Francia, revelando detalles nunca antes vistos.

Además de su última comida, los investigadores observaron cómo el trilobite, una vez muerto, se convirtió en alimento para otros. La “bola de Rokycany” se convirtió en su tumba terrestre, preservando esta escena durante casi 500 millones de años.

Sorprendentemente, la forma del exoesqueleto del trilobite sugiere que estaba a punto de mudar, similar a sus parientes modernos. Esto sugiere que el comportamiento alimentario de los trilobites podría tener similitudes con los ciclos de vida de los crustáceos actuales.

La investigación fue publicada en la revista Nature.