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El equipo de la Universidad de Cambridge examinó los huesos de más de 300 personas de diversos orígenes sociales enterrados en un cementerio parroquial para trabajadores, un hospital benéfico donde descansaban los enfermos y los indigentes, y, finalmente, un convento para los ricos, detallando cada ruptura y fractura para crear un barómetro de la desigualdad social.
El análisis de rayos X de los huesos reveló diversos niveles de dificultad (accidentes, lesiones ocupacionales o violencia) en todo el espectro social.
De los tres sitios, los restos excavados en el Hospital de San Juan Evangelista, una casa del siglo XII para los necesitados, contenían la menor cantidad de fracturas. Muchos residentes tenían evidencia esquelética de enfermedades crónicas como la tuberculosis y no habrían podido trabajar.
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El 44% de los trabajadores presentaba fracturas óseas, frente al 32% de los del convento y el 27% de los enterrados en el hospital. Mientras tanto, las fracturas óseas fueron más comunes en hombres (40%) que en mujeres (26%).
La autora principal del estudio, Jenna Dittmar, explicó que “al comparar el trauma esquelético de los restos enterrados en varios lugares dentro de una ciudad como Cambridge, podemos medir los peligros de la vida diaria que experimentan las diferentes esferas de la sociedad medieval”.
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“Podemos ver que la gente trabajadora corriente tenía un mayor riesgo de sufrir lesiones en comparación con los frailes y sus benefactores o los presos de hospitales más protegidos”, dijo Dittmar.
“Se trataba de personas que pasaban sus días trabajando largas horas haciendo trabajos manuales pesados. En la ciudad, la gente trabajaba en oficios y artesanías como la mampostería y la herrería, o como jornaleros en general. Fuera de la ciudad, muchos pasaban del amanecer al anochecer haciendo trabajos de aplastamiento de huesos en los campos o el cuidado del ganado“, agregó.
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El equipo descubrió que el trauma físico prevalecía en todo el espectro social, pero las cosas eran más difíciles para las personas más pobres, que soportaban la peor parte del trabajo físico.
Los resultados publicados en la revista American de Antropología Física indican que la lesión más extrema se detectó en un fraile, que tenía fracturas completas en la mitad de ambos fémures, mientras que las lesiones esqueléticas relacionadas con la violencia se encontraron en aproximadamente el 4% de la población.
“Podemos ver esta desigualdad registrada en los huesos de los residentes medievales de Cambridge. Sin embargo, el trauma severo prevaleció en todo el espectro social. La vida era más dura en la parte inferior, pero la vida era dura en todas partes”, agregó Dittmar.
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