“Cuando cuento las semillas
sembradas allá abajo
para florecer así, lado a lado;cuando examino a la gente
que tan bajo yace
para llegar tan alto;cuando creo que el jardín
que no verán los mortales
siega el azar sus capullos
y sortea a esta abeja,
puedo prescindir del verano, sin queja”.
Emily Dickinson (1830-1886) fue una notable poeta y escritora estadounidense, cuya obra fue reconocida solo después de su muerte. En sus escritos abunda el misterio, la profundidad y sensibilidad, y gran parte de ellos hacen alusión a la naturaleza y la biología.
De niña, estudió botánica en la escuela y junto su madre dedicó su tiempo al cuidado de los diversos especímenes que contenía un invernadero de su casa en Amherst, Massachusetts. Hacia 1845 empezó a confeccionar un herbario en el que reunió y clasificó 424 flores salvajes y cultivadas cuando tenía solo 14 años.
Hoy puedes acceder al herbario completo gracias a la biblioteca de la Universidad de Harvard. “Herbarium” es el nombre de uno de los primeros documentos de botánica realizados por una mujer joven en la era victoriana que consta de 66 páginas digitalizadas.
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Se dice que su herbario le otorgó vitalidad e inspiración infinita: un tercio sus poemas y la mitad de sus cartas, mencionan sus flores favoritas. Emily Dickinson, reconocida como uno de los pilares de la literatura moderna de su país junto con Edgar Allan Poe, Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman, usó una técnica de recolección y prensa de las plantas muy similar a la que usan los estudiantes de botánica en la actualidad.
Desde hiedras venenosas, plantas carnívoras, zarzas, jazmín tropical, entre otras, en cada página podrás encontrar su respectivo nombre y clasificación actual.
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