Un reciente estudio reveló la existencia de una rama previamente desconocida del río Nilo, conocida como la rama de Khufu, que jugó un papel crucial en la construcción de las pirámides de Giza. Esta rama fluvial, ahora seca, facilitó el transporte de enormes bloques de piedra caliza y granito desde las canteras hasta el sitio de construcción de las pirámides, resolviendo uno de los grandes misterios de la ingeniería antigua.
Los investigadores lograron este descubrimiento mediante el análisis de granos de polen extraídos de núcleos de sedimentos cerca de la meseta de Giza, lo que permitió reconstruir los niveles históricos del agua. Los hallazgos indicaron que durante la construcción de las pirámides, la rama de Khufu mantenía niveles de agua suficientes para facilitar el movimiento de materiales pesados. Este método mostró cómo los antiguos egipcios aprovecharon las inundaciones anuales del Nilo para crear una vía navegable directamente hacia los sitios de las pirámides.
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El descubrimiento arroja luz sobre las sofisticadas técnicas de ingeniería empleadas por los constructores antiguos. Creando una serie de canales y cuencas, los egipcios pudieron utilizar el aumento natural de las aguas de la inundación del Nilo, permitiendo el transporte eficiente de grandes bloques de piedra y simplificando así la monumental tarea de la construcción de las pirámides.
Este avance no solo proporciona una imagen más clara de los desafíos logísticos enfrentados por los constructores de las pirámides, sino que también destaca el avanzado entendimiento de la ingeniería hidráulica que poseían los antiguos egipcios. “El río jugó un papel clave en el transporte de los enormes materiales de construcción y los obreros necesarios para la construcción de la pirámide”, afirmó Eman Ghoneim, autor principal del estudio y académico de la Universidad de Carolina del Norte en Wilmington, EE.UU, para The Guardian.
El equipo internacional de investigadores utilizó imágenes satelitales de radar para mapear la rama del río, a la que llamaron Ahramat, “pirámides” en árabe. El radar permitió penetrar la superficie de arena y producir imágenes de características ocultas, incluidas ríos enterrados y estructuras antiguas. Encuestas en el campo y núcleos de sedimentos confirmaron la presencia del río, según el estudio publicado en la revista Communications Earth & Environment.
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La existencia de esta rama fluvial explica por qué las pirámides se construyeron en una cadena a lo largo de una franja desértica que ahora parece inhóspita. Las pirámides de Giza, incluyendo la Gran Pirámide, la única estructura sobreviviente de las siete maravillas del mundo antiguo, se erigieron en una meseta a aproximadamente un kilómetro de las orillas del río. Muchas de las pirámides contaban con una “pasarela elevada ceremonial” que corría junto al río antes de terminar en los Templos del Valle, que servían como puertos.
Este descubrimiento sugiere que los antiguos egipcios no solo utilizaron el río para el transporte de materiales, sino también para fines ceremoniales, como los cortejos funerarios de los faraones. Además, el curso cambiante del agua podría explicar por qué las pirámides se construyeron en diferentes lugares a lo largo del tiempo, reflejando la conexión íntima entre geografía, clima, ambiente y comportamiento humano.
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