Un descubrimiento arqueológico en Suiza ha dejado perplejos a los científicos. Una punta de flecha de la Edad del Bronce, excavada en el siglo XIX, ha resultado estar hecha de hierro de origen inesperado: ¡proviene de un meteorito!
Pero lo que lo hace aún más fascinante es que el meteorito probablemente no se originó cerca del asentamiento suizo, sino que podría haber viajado desde lugares tan distantes como Estonia.
Esta pequeña punta de flecha, hecha de hierro celestial, no solo nos muestra cómo se utilizaba este recurso natural hace miles de años, sino también la existencia de extensas redes comerciales que cruzaban vastas distancias.
Los meteoritos de hierro, resistentes al estrés atmosférico, eran una valiosa fuente de este metal escaso en la prehistoria, y se cree que se utilizaron ampliamente para fabricar herramientas y armas de la Edad del Bronce.
El asentamiento de Mörigen, en Suiza, resultó ser un lugar ideal para esta búsqueda. Allí, los arqueólogos encontraron esta singular punta de flecha, que desafía las expectativas debido a su composición única de hierro y níquel, típica de los meteoritos. Además, contiene un isótopo radiactivo de aluminio, el aluminio-26, que solo se forma en el espacio, entre las estrellas.
El origen del meteorito
El enigma se complica aún más cuando los científicos descubren que la mezcla de metales en la punta de flecha no coincide con la de los meteoritos del campo de Twannberg cercano. En cambio, parece estar relacionada con meteoritos IAB, una clase específica de meteoritos de hierro.
Tras minuciosas investigaciones, los expertos sugieren que el meteorito principal podría ser Kaalijarv, de Estonia, que cayó alrededor del año 1500 a. C.
La distancia entre Estonia y Mörigen es asombrosa: aproximadamente 1.600 kilómetros. Esto implica que el hierro meteorítico pudo haber viajado a través de rutas comerciales, tal vez similar a las utilizadas para el ámbar báltico.
Los científicos están emocionados por la posibilidad de encontrar otros objetos similares en colecciones arqueológicas en Europa y más allá, lo que podría revelar aún más sobre estas antiguas redes comerciales.
La investigación fue publicada en la revista Journal of Archaeological Science.
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