(CNN) – Arqueólogos que exploraron una cueva del sur de Francia afirman haber desenterrado los primeros indicios del uso del arco y la flecha fuera de África.
Grotte Mandrin, cerca de Malataverne, en el valle del Ródano, es una cueva que fue habitada por los primeros humanos modernos hace unos 54 mil años. Un equipo de investigadores recuperó más de 300 puntas de flecha diminutas, elaboradas con un intrincado estilo conocido como neroniano.
Los científicos creen que los habitantes de la cueva son los primeros Homo sapiens que llegaron a una región que durante mucho tiempo había sido el hogar de otro grupo de homínidos, los neandertales.
Casi 200 de las sorprendentemente delicadas puntas de flecha mostraban patrones de impacto y daños que sugerían que alguna vez habían sido empujadas, lanzadas o propulsadas mecánicamente de alguna manera, según la investigación publicada este miércoles en la revista académica Science Advances.
Es posible, según los investigadores, que la posesión de armas de proyectiles avanzadas, como un arco y una flecha, pudiera haber dado a estos primeros europeos una ventaja sobre los neandertales, que desaparecieron hace unos 40 mil años.
Las puntas de flecha halladas en la cueva eran de distintos tamaños: Los artefactos más grandes medían 60 milímetros de longitud, mientras que los más pequeños eran de solo 10 milímetros. Para entender exactamente cómo se utilizaban las puntas, Laure Metz, coautora principal del estudio y arqueóloga de la Universidad Aix-Marseille, Francia, y sus colegas llevaron a cabo una serie de experimentos con réplicas de armas.
Los primeros humanos utilizaron una tecnología balística
El equipo de estudio fabricó 82 réplicas de puntas de sílex y las fijó a astas de madera utilizando un pegamento natural a base de savia de árbol, cera de abeja y el mineral ocre, cuyos residuos se habían encontrado en algunas de las puntas de sílex. En total, los investigadores fabricaron 82 proyectiles.
Metz trabajó con un arquero experto, que disparó las flechas y lanzas contra un cadáver de cabra: nueve se probaron a mano y 73 con un propulsor y un arco fabricado con un tendón de ciervo. El equipo descubrió que, debido al pequeño tamaño y peso de las puntas de sílex, estas funcionaban mejor cuando se disparaban con un arco.
Según el estudio, las flechas disparadas con un arco penetraron a mucha más profundidad —más de 25 centímetros— que las puntas lanzadas con un propulsor, y 10 de las flechas atravesaron por completo el cuerpo de la cabra. Las flechas lanzadas a mano rara vez penetraban en la piel del animal, escribieron los investigadores.
Las marcas de fractura en las réplicas de sílex disparadas con un arco también coincidían estrechamente con el patrón de desgaste de muchas de las puntas recuperadas de la cueva, lo que revela que son el resultado de una “tecnología balística“, como un arco y una flecha, según el estudio.
“Cuando tienes estas armas ligeras necesitas corregir esta baja energía cinética con propulsión mecánica. Y la única forma de hacer estas fracturas en las flechas realmente diminutas… era con el arco“, explicó Metz.
Aunque las puntas eran diminutas, Metz dijo que probablemente se utilizaban para cazar animales relativamente grandes, como un caballo, un ciervo o un bisonte, cuyos restos se han encontrado en la cueva. Sin embargo, dijo que no descartaba la posibilidad de que se utilizaran como armas para causar daño a otros humanos.
Chris Stringer, jefe de investigación sobre la evolución humana del Museo de Historia Natural de Londres, concordó con que las pequeñas puntas solo habrían sido eficaces como puntas de flecha y no como puntas de lanza. No participó en la investigación.
Los primeros indicios claros del uso del arco y la flecha surgieron en Sudáfrica hace 64 mil años, un momento crucial en la historia de la humanidad. Los primeros humanos también utilizaron esta tecnología en lo que hoy es Sri Lanka para cazar animales del bosque hace 48 mil años.
Antes de este último descubrimiento, las primeras pruebas fehacientes del uso de arcos y flechas en Europa procedían de arcos de madera y flechas hallados en turberas del norte de Europa hace unos 12 mil años, según el estudio.
Los neandertales se aferraron a sus herramientas de caza tradicionales
La cueva de Grotte Mandrin condensa un capítulo especialmente interesante de la historia de la humanidad porque es uno de los pocos sitios arqueológicos en los que se alternaron grupos de primeros humanos modernos y neandertales: un diente de un joven Homo sapiens hallado en la cueva estaba entre capas de restos neandertales.
Antes de esto, la opinión científica predominante era que los humanos modernos llegaron a Europa hace unos 40 mil años, más o menos en la misma época en que se extinguieron los neandertales.
¿Estuvieron nuestros antepasados Homo sapiens y Neandertales juntos en esta cueva con vistas al valle francés del Ródano hace 54 mil años? Los investigadores no tienen pruebas fehacientes de la interacción entre los dos grupos en ese momento, aunque sabemos por estudios genéticos que los dos grupos se encontraron y reprodujeron.
Según Metz, no hay indicios de que los neandertales que vivieron en la cueva después de los fabricantes de las pequeñas puntas de flecha adoptaran ese método de talla del sílex, y, por extensión, el uso del arco y la flecha, aunque es posible que se encontraran con las puntas de flecha esparcidas por el suelo de la cueva. Las herramientas y puntas de piedra asociadas a los neandertales, conocidas como herramientas musterienses, son mucho más grandes y gruesas.
“Cuando tienes un arco y una flecha es más preciso, cuesta menos esfuerzo usarlo y es más fácil de transportar contigo. Puedes llevar contigo muchas flechas, no solo una o dos lanzas que sostener en la mano. Puedes disparar muchas en una operación muy rápida. Todo esto y puedes cazar solo”, dijo Metz.
“Lo que me parece increíble es que ellos (los neandertales) no utilizaran, no desarrollaran este tipo de arma. Siguieron utilizando su arma tradicional: arqu“.
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