Previo a la aparición de los primeros dinosaurios, los anfibios eran los animales dominantes de la tierra durante el periodo triásico. Si bien hoy en día, uno piensa en los anfibios como animales pequeños, solían tener tamaños colosales, con apariencias similares a la de los cocodrilos.
En agosto de 2022, un equipo del Laboratorio de Paleobiología del Campus São Gabriel de la Universidad Federal de Pampa, encontró vestigios de estos animales prehistóricos. Fue en la zona rural del estado de Rio Grande do Sul, en Brasil, donde los investigadores encontraron el cráneo de una nueva especie de anfibio gigante, el cual vivió hace aproximadamente 250 millones de años.
El animal, denominado Kwatisuchus rosai, perteneció al grupo de los Temnospondyls, animales carnívoros que llegaron a medir casi cinco metros y que habitaron principalmente en los ecosistemas acuáticos de Rusia. Pese a esto, se estima que el Kwatisuchus tenía un tamaño aproximado de 1,5 metros, por lo que era un temnospóndilo de tamaño mediano.
El nombre del nuevo anfibio hace referencia al término tupí para hocico largo, a la vez que homenajea al profesor Átila Stock Da-Rosa, un pionero en el campo de la paleontología de la zona.
La conexión rusa
La intrigante conexión descubierta entre la fauna brasileña y la rusa sorprendió a los científicos. El investigador de Unipampa, Arielli Fabrício Machado, lo explicó: “En aquella época, los continentes estaban unidos en un supercontinente llamado Pangea y la distancia entre Brasil y Rusia era menor”.
“Es increíble encontrar este y otros animales que probablemente lograron superar estos obstáculos”, destacó el ecólogo y paleontólogo.
Según el paleontólogo, así como coordinador de la investigación, Felipe Pinheiro, el Kwatisuchus fue un “superviviente”, al ser un animal que vivió “en un ambiente devastado por la mayor extinción masiva de la historia del planeta”.
“Al ser animales adaptados a condiciones de alto estrés ambiental, los anfibios temnospóndilo acabaron abundando en todo el mundo. Nos ayuda a comprender cómo las extinciones afectaron al planeta y cómo podemos reconocer sus efectos hoy”, explicó el paleontólogo.
Este estudio fue publicado en la revista científica The Anatomical Record, y contó con la participación de la paleontóloga de la Universidad de Harvard, Stephanie Pierce, y de Tiago Simões, de la Universidad de Princeton.
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