Playa Santa Lucía, Cuba (CNN) – El tiburón gira y nada directamente hacia mí.
Solo hay mar abierto entre nosotros, ninguna jaula para protegerse del tiburón toro que se acerca, la especie considerada por muchos científicos como la más agresiva del mundo. Empiezo a tener dudas sobre esta misión.
Antes de entrar en el océano, Oromelio “Oro” Rodriguez Salabarría, el instructor de buceo cubano, juró que nunca había tenido un cliente mordido por un tiburón, ni siquiera un mordisco.
Yo había contratado guías locales y había pasado semanas tratando con diferentes entidades dentro de la extensa burocracia cubana para organizar una inmersión con estos tiburones. El Centro Internacional de Buceo Sharks Friends, gestionado por el gobierno y que está en la remota localidad cubana de Playa Santa Lucía, es el único lugar del país, uno de los pocos del mundo, donde los buceadores pueden nadar con tiburones toro.
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Sin embargo, algunos gobiernos -incluido el de Cuba- están tratando de proteger a esta especie y sacar provecho de un encuentro cercano, ya que no temen que los tiburones ahuyenten a los visitantes de las playas, sino que los atraigan. El gobierno cubano está promoviendo paquetes turísticos en los que los visitantes experimentan los icónicos autos antiguos y cigarros de la isla, seguidos de una inmersión con los depredadores dentados.
“La gente viene a Cuba de todo el mundo para nadar con los tiburones”, dijo Dan Whittle, director senior del Environmental Defense Fund, un grupo sin fines de lucro que en 2015 trabajó con el gobierno cubano, científicos locales y pesquerías para implementar mayores protecciones para la vida marina en la isla.
“Un tiburón vivo en el agua en algunos de estos parques nacionales vale cientos de miles de dólares”, dijo. Calcula que el turismo de tiburones en Cuba suma millones de dólares anuales.
Oro, un instructor de buceo de pelo canoso y voz grave con más de 20 años de experiencia guiando inmersiones con tiburones, se muestra entusiasmado con el tema. “Es el mito de que el tiburón es peligroso, un comedor de personas, que es agresivo”, dice Oro.
“Luego consigues ver un tiburón a un metro y medio de distancia y, cuando sales del agua, dices: ‘¡Es la mejor inmersión de mi vida!'”.
Una industria en crecimiento
Los operadores turísticos de las Bahamas ya descubrieron el gran negocio que puede suponer el buceo con tiburones. Según un estudio publicado en Biological Conservation, en 2014, los buceadores que visitaron las Bahamas para nadar con tiburones aportaron más de US$ 100 millones a la economía local de ese país.
Mientras que el turismo de tiburones en Cuba es una operación mucho más pequeña, los guías tienen la esperanza de que los arrecifes prístinos de la isla y el aumento de los esfuerzos para salvaguardar las aproximadamente 100 especies de tiburones nativos atraigan a los visitantes que hasta ahora han tardado en regresar desde la pandemia.
Antes del covid-19, el centro de buceo de Playa Santa Lucía solía atraer a aficionados a los tiburones de todo el mundo, dicen los guías, ahora los clientes son escasos. Carrie Prevost, una turista canadiense, fue una de las pocas visitantes recientes que optó por nadar con los tiburones toro.
“Es un mundo al que no pertenezco, y es muy emocionante tener la oportunidad de hacerlo. Estoy emocionada y nerviosa al mismo tiempo”, dijo a CNN.
Mientras se ponía el equipo de buceo para su primer intento de ver a los tiburones, Prevost admitió que en su cabeza sonaba el tema de la película “Jaws”.
“Vi la película muy joven, y me daba miedo nadar en piscinas, y mucho más en el océano, así que esto es un reto a superar“, agregó.
Biólogos marinos afirman que, a pesar de la gran publicidad que pueden generar los ataques a seres humanos, los tiburones no suelen representar ningún peligro y son necesarios para mantener la salud de los arrecifes y las poblaciones de peces.
Los guías de buceo con tiburones han trabajado para educar a la población local en este punto, argumentando a los pescadores locales que los tiburones pueden aportar un beneficio económico tangible.
“Les decimos a los residentes que no los maten, que no los pesquen. Siempre estamos trabajando en ello”, dice el guía de buceo Lazaro Suarez Zayas. “El tiburón toro no está en peligro de extinción, pero es de esta zona, y lo utilizamos como recurso natural, así que debemos protegerlos”.
Algunos guías, orgullosos de su conexión con los animales, dicen que creen que los tiburones los reconocen.
En cuanto se mete en el agua para nuestra inmersión con los tiburones, Lazaro lanza rápidamente unos cuantos pargos. Dice que quiere atraer a los tiburones pero sin sobreestimularlos.
A una profundidad de más de 25 metros bajo el agua, nadamos junto a los restos de un barco español que se hundió hace más de un siglo y Lazaro vuelve hacia mí y hace la señal de una aleta sobre su cabeza con una de sus manos.
Al principio, no veo nada en el agua azul penetrante. Entonces aparece un tiburón toro.
Nos sentamos en el fondo del océano mientras el tiburón da vueltas. Es más largo que yo. Llega otro tiburón y los dos engullen rápidamente el pez que Lazaro ha despachado. Lazaro alimenta al tiburón directamente en su boca, retirando su mano en el último momento antes de que sus dientes se cierren.
El tiburón más grande fija sus ojos negros de medianoche en mí y se dirige en mi dirección. Recuerdo lo que dijeron los guías sobre no entrar en pánico, nadar sin agitarse, de forma que el tiburón pensara que estoy herido o que soy una presa fácil.
Aunque se me acelera el pulso, es difícil no admirar a un animal tan claramente en su elemento. El tiburón nada detrás de mí. Giro la cabeza mientras hago la señal de “ok” a Lazaro y Oro. Creo que me está observando.
Durante unos breves segundos, el tiburón que da vueltas mantiene toda mi atención como si no hubiera nada más en el mundo. ¿Atacará o se acercará para ver más de cerca? ¿Qué pueden hacer realmente los guías para protegerme?
Es emocionante estar a pocos metros de distancia; tal como me prometieron los guías, esta es ya una de las mejores inmersiones de mi vida. Afortunadamente, la fascinación que siento por el tiburón no es mutua.
Tras unos cuantos acercamientos, el tiburón pierde el interés y se aleja nadando lentamente.
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