Yo, la que nunca quiso leer libros sobre guerras a pesar de que en la época de mi infancia y juventud fueran la lectura favorita. No es sorprendente: éramos hijos de la Gran Victoria. Los hijos de los vencedores. ¿Qué cuál es mi primer recuerdo de la guerra? (…) La guerra siempre estuvo presente: en la escuela, en la casa, en las bodas y en los bautizos, en las fiestas y en los funerales. Incluso en las conversaciones de los niños. Un día, mi vecinito me preguntó: «¿Qué hace la gente bajo tierra? ¿Cómo viven allí?».
– La guerra no tiene rostro de mujer, Svetlana Alexiévich.
Por su “escritura polifónica, monumento al sufrimiento y el coraje en nuestro tiempo”, la periodista Bielorrusa Svetlana Alexiévich (1948) recibió el Premio Nobel de Literatura en 2015. Esa fue la primera vez en la historia que alguien recibía un galardón que reconocía la trayectoria de esta cronista que se dedicaba a escribir textos de no ficción.
Quizás ese hito hizo que muchas personas en el mundo, que no habían oído hablar de ella, prestaran atención a la pluma de la mujer que le dio voz a los sobrevivientes del desastre nuclear de Chernóbil y al millón de mujeres que combatieron en las filas del Ejército Rojo. También a las madres de los soldados que perecieron en la guerra en Afganistán.
Aunque ella misma aseguró que no se dedica “a recoger solo horrores” sino plasmar “una nueva mirada” que haga reflexionar a los lectores, es indiscutible que mejor que ningún otro coetáneo, es capaz de retratar los trasfondos incógnitos de la historia, la realidad soviética y la de su propio país.
Alexievich nació en una localidad de Ucrania, llamada Stanislav (hoy se le conoce como Ivano-Frankivsk). Su padre era militar bielorruso que estaba asignado temporalmente en el territorio. Poco tiempo después, volvió a su tierra natal y en ese lugar, la escritora pasó su infancia y buena parte de su vida.
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Ahora el mundo mira impávido a Europa. Las tropas rusas invaden territorio ucraniano. Lo llaman ocupación. Avanza el conflicto militar, con noticias de bombardeos y ataques en diferentes ciudades, así como de los movimientos y conversaciones entre los actores geopolíticos involucrados en mayor o menor medida.
Y tal como señaló en CNN Chile el analista internacional Raúl Sohr, “termine como termine esta situación, va a dejar heridas y huellas muy profundas por décadas”. Porque la gente a pie… huye de la muerte.
No conocíamos el mundo sin guerra, el mundo de la guerra era el único cercano, y la gente de la guerra era la única gente que conocíamos. Hasta ahora no conozco otro mundo, ni a otra gente. ¿Acaso existieron alguna vez? – La guerra no tiene rostro de mujer, Svetlana Alexievich.
Para entender más de esto, en Futuro 360 hemos escogido cinco obras de la periodista para entender el contexto de lo que ya está sucediendo:
Voces de Chernobyl
El 26 de abril de 1986, una explosión seguida de un incendio en la central nuclear de Chernobyl en Ucrania (que era parte de la Unión Soviética) provocó una catástrofe sin precedentes. Es a través de las múltiples voces -de viudas, de trabajadores, de científicos, de militares, de gente común- que el autor construye este libro, relato y testimonio de este suceso. Es su libro más emblemático y se ha traducido a 20 idiomas
El fin del «Homo sovieticus»
El pueblo ruso vio con asombro la caída del Imperio Soviético. La política de apertura del gobierno de Gorbachov impuso un cambio drástico en la estructura social y el rumbo ideológico de la población. En este trabajo, Svetlana examina la vida de las personas afectadas por esta transformación.
Los muchachos del zinc
Entre 1979 y 1989, las tropas soviéticas participaron en una devastadora guerra en Afganistán. Mientras la URSS hablaba de una misión de “mantenimiento de la paz”, oleadas y oleadas de muertos fueron enviados a casa en ataúdes de zinc sellados.
Los últimos testigos
La Segunda Guerra Mundial mató a casi 13 millones de niños, y en 1945, solo en Bielorrusia, había unos 27.000 de ellos en orfanatos. Entre 1978 y 2004, la periodsita entrevistó a un centenar de estos sobrevivientes.
La guerra no tiene rostro de mujer
Casi un millón de mujeres lucharon en el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial, pero su historia nunca se ha contado. Svetlana recoge las voces de estas mujeres, en recuerdos que evocan el frío, el hambre y la violencia sexual.
No escribo sobre la guerra, sino sobre el ser humano en la guerra. No escribo la historia de la guerra, sino la historia de los sentimientos. Soy historiadora del alma. Por un lado, estudio a la persona concreta que ha vivido en una época concreta y ha participado en unos acontecimientos concretos; por otro lado, quiero discernir en esa persona al ser humano eterno
– La guerra no tiene rostro de mujer, Svetlana Alexiévich .
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