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(CNN) – Las cuevas, a menudo sus lugares más profundos, fueron las primeras galerías de arte de la humanidad, donde los artistas produjeron mapas estelares, escenas de caza y dibujos de animales de la edad de hielo.
Sin embargo, en las cuevas no había luz natural. Aunque se ha encontrado algo de arte en las entradas y debajo de los refugios, muchas pinturas se ubican en pasajes estrechos o en el interior de sistemas de cuevas que solo pueden haber sido navegables con luz artificial.
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Para averiguar cómo los artistas de la Edad de Piedra trabajaron en estos espacios oscuros y de difícil acceso, expertos españoles rastrearon el registro arqueológico para buscar evidencia sobre cómo estos humanos usaron madera y otras sustancias para hacer antorchas y lámparas.
“Estamos realmente interesados en todos los procesos de producción detrás de estas imágenes“, manifestó Diego Garate, autor de la investigación que se publicó este miércoles en la revista PLOS One e investigador de la Universidad de Cantabria.
Garate explicó que los restos de carbón vegetal presentes en diversos sitios de arte rupestre pueden decirnos mucho sobre cómo trabajaron los artistas, pero estas evidencias a menudo se pasaban por alto o no se habían estudiado con gran detalle.
Soluciones de iluminación antiguas
Basándose en la evidencia arqueológica encontrada en cuevas del Paleolítico, los investigadores hicieron sus propias versiones de antorchas prehistóricas y lámparas de grasa. Luego, probaron qué tan bien funcionaban.
Los científicos probaron cinco antorchas de madera fabricadas con una combinación de materiales que se basaron al máximo en la evidencia arqueológica encontrada en espacios paleolíticos similares.
Los investigadores encontraron que las antorchas de madera hechas de varios palos funcionaron mejor para explorar cuevas o cruzar espacios más amplios porque proyectaban luz en todas las direcciones, casi hasta 6 metros.
Además, estas antorchas eran fáciles de transportar y cinco veces más brillantes que una lámpara de grasa. La antorcha de combustión más corta duró 21 minutos, la más larga durante 61 minutos.
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Sin embargo, estos elementos podían ser impredecibles y, a menudo, era necesario volver a encenderlas moviéndolas rápidamente de un lado a otro. Asimismo, también produjeron mucho humo.
Las lámparas de grasa funcionaron bien para iluminar espacios pequeños durante un período prolongado, un poco como una vela, pero no servían para moverse por la cueva, ya que no iluminaban el piso.
El equipo concluyó que los humanos que pintaban en lo profundo de estos sistemas de cuevas no eran solo artistas, sino espeleólogos. “Sabían moverse al interior, lo cual es muy difícil para nosotros incluso con cascos y cuerda. En ese momento, obviamente tenía más dificultad”, finalizó Garate.
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