Arqueólogos de la Universidad de Leicester, Inglaterra, descubrieron durante una excavación en la Catedral de Leicester un ataúd de plomo.
El curioso hallazgo, dataría de 1846, cuando según lo que señala la lápida, Edward Entwistle Wilkinson fue enterrado en una de las últimas filas de entierros del cementerio; filas que estuvieron en uso desde finales de la década de 1820 hasta el cierre del cementerio en 1856.
Acorde a los investigadores, este sujeto fue hijo del cirujano Christopher Wilkinson y Mary Wilkinson. Edward siguió los mismos pasos de su padre y se convirtió en cirujano en la enfermería de Leicester en 1820.
La investigación permitió conocer que Edward murió a causa de fiebre tifoidea en julio de 1846, con solo 50 años. El tifus, una enfermedad transmitida por pulgas, piojos y ácaros infectados, era endémica en Leicester a principios del siglo XIX, con brotes epidémicos ocasionales.
El ataúd de plomo
El hallazgo del ataúd de Edward es particularmente extravagante en comparación a las prácticas funerarias del siglo XIX, ya que el féretro constaba de dos capas de madera intercaladas con un revestimiento de plomo fundido en arena.
Los restos dejaron ver que la madera se había podrido en su totalidad y lo único que quedó fueron fragmentos de dos motivos decorativos de hierro y una placa de bronce en forma de pentágono.
El ataúd de plomo estaba en malas condiciones y no pudo ser levantado intacto por los investigadores. El equipo logró levantar las secciones de plomo, dejando atrás los restos de la base de madera del ataúd exterior. Esto reveló un detalle final en la construcción del féretro, con dos puntales de madera integrados en la base para brindar apoyo adicional al revestimiento de plomo.
Los arqueólogos creen que la familia decidió usar plomo en el ataúd para reflejar la riqueza y el estatus de la persona que estaban enterrando, o al menos las aspiraciones de su familia.
Se estima que el ataúd de triple capa pesa hasta un cuarto de tonelada, lo que lo hace aún más llamativo.
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