Un ingreso básico universal financiado por impuestos al carbono podría combatir la pobreza y la crisis climática, según estudio

Implementar un esquema de ingreso básico universal (IBU) podría erradicar la pobreza global y al mismo tiempo mitigar la crisis climática, sugiere una investigación reciente de la Universidad de Columbia Británica.

El estudio, publicado en Cell Reports Sustainability, detalla cómo este enfoque podría transformar los estándares de vida y estimular la economía global mediante la redistribución de los ingresos recaudados a través de impuestos sobre las emisiones de carbono.

El concepto del IBU implica proporcionar pagos regulares a todas las personas sin condiciones, eliminando la necesidad de otros tipos de asistencia social. El profesor Ussif Rashid Sumaila, economista y autor principal del estudio, explica que este modelo no solo mejoraría la calidad de vida de millones sino que también podría incrementar el Producto Interno Bruto (PIB) global en un 130%, generando un impacto económico significativo.

Para financiar este esquema, Sumaila y su equipo proponen aplicar un impuesto a las emisiones de carbono, estimando que este enfoque podría recaudar aproximadamente $2.3 billones al año. “El daño ambiental y la pobreza representan enormes riesgos para la sociedad. Al exigir que los principales contaminadores paguen por limpiar sus propios desastres, se tiene un enfoque creativo para abordar ambos problemas”, apuntó el académico en conversación con ScienceAlert. 

El análisis incluyó datos de 186 países y examinó el potencial impacto económico de un IBU. Los investigadores calcularon que se necesitarían $41 billones anuales para ofrecer un ingreso básico a todas las 7.7 mil millones de personas en el planeta, o $442 mil millones para asistir exclusivamente a las 9.9 millones de personas bajo la línea de pobreza en países en desarrollo.

El equipo también sugiere que la implementación de un IBU podría estimular el consumo, ya que los ingresos adicionales se gastarían en necesidades básicas como alimentos y vivienda, generando un retorno económico significativo. Según sus cálculos, cada dólar invertido en IBU podría producir hasta siete dólares en actividad económica adicional.

Sumaila destaca además los beneficios ambientales y la resiliencia que podría aportar el IBU, promoviendo políticas más ecológicas y proporcionando una red de seguridad en tiempos de crisis como desastres naturales o pandemias.