(CNN Español) – Rusia disparó la semana pasada un misil contra el espacio. ¿El blanco? Un viejo satélite ruso, en lo que ha sido el más reciente ensayo de armamento antisatélites.
Pero lejos de ser una anomalía, se trató apenas de una prueba más de las que han estado realizando las principales potencias en los últimos meses, en el marco de grandes anuncios en materia nuclear y una escalada de ciberataques, como el ocurrido en mayo contra Estados Unidos.
¿Está el mundo, entonces, inmerso en una carrera de armas en todos los niveles?
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El mismo Vladimir Putin, presidente de Rusia, dijo a comienzos de noviembre que su país desplegaría misiles hipersónicos en 2022, poco después de que China probara su propio misil hipersónico este año.
Estados Unidos probó su propio misil hipersónico en octubre, aunque al parecer no tuvo éxito.
A continuación, algunos puntos clave sobre esta alarmante situación:
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Misiles y más misiles para una carrera de armas en el mundo
De acuerdo con el Comando Espacial de Estados Unidos, en noviembre Rusia probó un misil antisatélite DA-ASAT que dio contra un satélite y creó más de 1.500 piezas de escombros orbitales rastreables.
El portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, dijo que se trataba de “una conducta tan irresponsable por parte de un Estado nación”, dado que la prueba “aumentará significativamente el riesgo para los astronautas y cosmonautas en la Estación Espacial”.
Sólo cuatro países han realizado pruebas exitosas con estas armas: Estados Unidos, Rusia, China e India, que probó el suyo en 2019.
Pero toda la atención parece girar ahora en el desarrollo de los misiles hipersónicos, que China ha probado recientemente y que Rusia espera desplegar el año próximo su misil Tsirkon.
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Estas armas viajan a unos 6.200 kilómetros por hora en la atmósfera superior, un poco más lento que un misil balístico intercontinental, y la forma de su ojiva le permite maniobrar hacia un objetivo o alejarse de las defensas, lo que hace muy difícil que puedan ser derribados.
Corea del Norte también asegura haber probado con éxito un misil hipersónico, uniéndose al selecto grupo de países que dominan esta tecnología de vanguardia. Sin embargo, algunos creen que su prueba pudo haber sido un fracaso.
Se relajan controles sobre el número de armas nucleares
En marzo el Reino Unido sorprendió a la comunidad internacional con un anuncio: tras afirmar que Rusia era la principal amenaza para su seguridad, el gobierno del primer ministro Boris Johnson dijo que se aumentará el arsenal de armas nucleares hasta llegar a las 260 ojivas, de las 225 que tiene ahora, y muy por encima del límite de 180 que se había impuesto a sí mismo.
La decisión revierte una tendencia entre los principales países poseedores de armas nucleares, entre estos Estados Unidos y Rusia, a reducir desde el fin de la Guerra Fría sus arsenales atómicos hasta los mínimos estratégicos posibles.
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En el caso del Reino Unido, se había avanzado mucho en la reducción de arsenales desde el pico de 500 ojivas en tiempos de la Guerra Fría, y este es el primer anuncio de aumento desde entonces, de acuerdo con la ONG de desarme Nuclear Threat Initiative.
Pero el Reino Unido no es el único.
A comienzos de noviembre el Departamento de Defensa de Estados Unidos alertó sobre el crecimiento del arsenal nuclear de China, que podría llegar a contar con 1.000 ojivas para finales de esta década. También ha habido reportes sobre la construcción de nuevas bases de silos para misiles en sus desiertos occidentales.
Actualmente China cuenta con unas 290 ojivas, por lo que el aumento estimado por el Pentágono para finales de la década de 2020 acercaría su arsenal al de Estados Unidos y Rusia, que cuenta con 1.750 y 1.570 ojivas respectivamente, de acuerdo con el Stockholm International Peace Research Institute, una organización para el desarme basa en Suecia.
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Aunque en el caso de estos dos países, se trata sólo de ojivas desplegadas y listas para usar. Si se cuentan ojivas almacenadas, muchas de ellas en proceso de desmantelamiento, los arsenales ascienden a 5.800 y 6.375, respectivamente.
Estados Unidos y Rusia no han dado señales aún de buscar aumentar sus arsenales nucleares, pero durante el gobierno de Donald Trump el principal tratado entre ambas potencias —el New START, firmado en 2010— estuvo a punto de colapsar luego de que la Casa Blanca lo criticara.
En febrero, tras la asunción de Joe Biden, Estados Unidos y Rusia finalmente extendieron el New START, que entre otras cuestiones establece límites al número de ojivas desplegadas (1.550, junto a 700 medios de lanzamiento) y mecanismos para verificarlo. Continuará, en principio, hasta febrero de 2026.
Muchos se sintieron aliviados, pero el New START es el último tratado de control de armas que existe entre Estados Unidos y Rusia, luego de que Trump ordenara el retiro del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) en 2019, y de que el entonces presidente George Bush hiciera lo mismo con el Tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM) en 2001.
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Aukus, o el submarino nuclear para Australia
En septiembre los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido y Australia anunciaron el lanzamiento de Aukus (contracción de los nombres en inglés de los países miembros), “una nueva asociación de seguridad trilateral reforzada“, según dijo el primer ministro de Australia, Scott Morrison, que tiene principal objetivo contrarrestar la influencia de China en el Pacífico.
“Estados Unidos, Australia y el Reino Unido han sido durante mucho tiempo socios leales y capaces y hoy estamos aún más cerca”, dijo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
Pero el detalle más importante del nuevo Aukus es la compra de submarinos de propulsión nuclear por parte de Australia, que se convertirá el séptimo país en operar estos buques luego de Estados Unidos, China, Reino Unido, Francia, India y Rusia.
De ese selecto grupo, Australia será el único país en manejar esta tecnología sin contar con armas nucleares, lo que supone una amenaza a los esfuerzos de no proliferación nuclear.
“Esto permite a Australia jugar a un nivel mucho más alto y aumentar las capacidades estadounidenses”, dijo un alto funcionario del gobierno de Biden. “Esta tecnología es extremadamente sensible. Se trata, francamente, de una excepción a nuestra política en muchos aspectos”, agregó.
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