Recientemente, el equipo del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO), anunció que terminó exitosamente su expedición destinada a poner en marcha un sistema de observación del océano profundo, el cual instalaron en la Fosa de Atacama, frente a las costas de Antofagasta.
El observatorio de océano profundo, terremotos y tsunamis, llamado IDOOS por sus siglas en inglés, fue adjudicado a través del primer Concurso de Equipamiento Científico y Tecnológico Mayor FONDEQUIP. Además de IMO, en el proyecto participaron la Universidad de Concepción y Antofagasta; la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y la U. Austral de Chile en colaboración a GEOMAR del Centro Helmholtz para la Investigación del Océano de Kiel, Alemania y HADAL, Centro Danés para la Investigación Hadal en Odense, Dinamarca.
IDOOS será el primer sistema de observación anclado en el océano profundo, y su objetivo será estudiar la estructura y variabilidad de las condiciones físicas, geoquímicas y biológicas de la zona.
Este trabajo interdisciplinar -que aúna la Geofísica con la Oceanografía- permitirá detectar, cuantificar y comprender diferentes procesos que tienen lugar en estas grandes profundidades oceánicas. Adicionalmente, aportará la base científica futura que podrá utilizarse tanto como piedra angular para el establecimiento de un hipotético Sistema Nacional de Observación para el Cambio Climático -fundamental para la protección del ecosistema marino- como para implementar un eventual sistema de alerta temprana de terremotos y tsunamis, el cual permita estudiar el origen de éstos, cuestión fundamental para el conocimiento de este fenómeno tectónico característico de nuestro país.
¿Qué es el IDOOS?
El citado sistema de observación está compuesto por dos elementos principales Por un lado, un conjunto de cinco sensores de presión e inclinación del fondo marino con la capacidad tanto de medir los desplazamientos verticales del piso oceánico como de hacer observaciones justo arriba donde ocurren los grandes terremotos de subducción. Éstos, fueron instalados en febrero y abril del pasado año, y permitirán caracterizar los desplazamientos en el contacto de las placas; describiendo así los procesos que generan grandes terremotos.
Por otro lado, un sistema de dos anclajes compuestos por un conjunto de sensores oceanográficos situados a profundidades de hasta 7.500 metros bajo el mar. Éstos -instalados de manera exitosa en el transcurso de la presente expedición permitirán registrar diferentes parámetros físicos y biogeoquímicos, como el movimiento del agua, la temperatura, la salinidad, la presión, el oxígeno disuelto y el CO2, así como las características de los sedimentos a través de la columna de agua.
Un sistema que permitirá a nuestro país situarse en la frontera de la investigación oceanográfica y sismológica a nivel internacional, algo crucial para un país costero y sísmico como Chile.
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