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Que no te engañe su microscópico tamaño, porque las bacterias son criaturas resistentes capaces de vivir en lugares tan extremos como el hielo polar, ambientes tóxicos, lagos subglaciales, desiertos extremadamente secos e, incluso, el espacio.
Ahora se puede agregar el cemento a esta lista, ya que un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Delaware, en Estados Unidos, descubrió que estas pequeñas criaturas pueden continuar con vida y prosperar en el concreto, a pesar de ser ser un ambiente seco, salado, alcalino y pobre de nutrientes.
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Para llegar a este análisis, el equipo fabricó 40 cilindros de concreto y los dividió en dos grupos:
- Primer grupo: posee una mezcla estándar que es propensa a la reacción álcali-sílice (ASR) que degrada el concreto.
- Segundo grupo: hecho con cenizas volantes que es resistente a él.
Los cilindros fueron montados en un tejado y se dejaron ahí por dos años, además, cada seis semanas se tomaba una muestra de ADN.
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Una vez en el laboratorio, se eliminaron los contaminantes y observaron que entre el 50% y 60% de las bacterias se engancharon en los materiales como grava a la arena.
Descubrieron tres tipos de bacterias:
- Proteobacteria
- Firmicutes
- Actinobacteria
Si bien la diversidad de las comunidades disminuyó, curiosamente observaron que debido a las variaciones estacionales, especialmente en verano, habían rebotes en su diversidad.
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“Es posible que se estén comiendo los cadáveres de otros microbios. Si no hay nada para comer, algunos de ellos pueden formar esporas o formar un tipo de células inactivas y no hacer nada hasta que llueve, luego comen todo lo que puedan y vuelven a estar inactivos”, indicó Julie Maresca, autora principal del estudio.
Lo más impresionante de este estudio que es que se podría utilizar en el monitoreo de las bacterias que viven en las estructuras de concreto de oficios y puentes, para en el futuro emplearse como una técnica de alarma temprana en caso de un riesgo de colapso.
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