(CNN) – Los funcionarios de la Universidad de California-San Diego han confiado en las estrategias de salud pública probadas respecto al rastreo de contactos. Sin embargo, también han añadido una nueva herramienta a su arsenal: los excrementos.
Esta herramienta alertó a los investigadores sobre el 85% de los casos en los dormitorios antes de que fueran diagnosticados, según un estudio que se publicará próximamente, manifestó Rob Knight, profesor que ayudó a crear el programa de pruebas de aguas residuales del campus.
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Cuando se detecta el COVID-19 en las aguas residuales, los estudiantes, el personal y los miembros de la facultad se someten a pruebas, lo que ha permitido a la universidad identificar y aislar a las personas infectadas que aún no muestran síntomas, lo que potencialmente detiene los brotes en seco.
El programa de pruebas de UC-San Diego se encuentra entre los cientos de esfuerzos en California y el país para convertir los desechos en valiosos datos de salud. Las universidades, comunidades y empresas están monitoreando los excrementos humanos en busca de signos del nuevo coronavirus.
Los investigadores tienen grandes esperanzas en este nuevo flujo de datos, que dicen que puede alertar a los funcionarios de salud pública sobre las tendencias en las infecciones y no depende de que las personas se hagan la prueba. Además, pueden servir como un sistema de alerta temprana para los brotes.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades consideran que la práctica es tan prometedora que han creado una base de datos federal de muestras de aguas residuales, transformando los datos sin procesar en información valiosa para los departamentos de salud locales.
UC San Diego's #ReturnToLearn wastewater screening helped prevent outbreaks by detecting 85 percent of cases early, allowing for timely testing, contact tracing and isolation. https://t.co/1JTM2Vy86x
— UC San Diego (@UCSanDiego) August 12, 2021
Básicamente, el programa está creando una herramienta de salud pública en tiempo real, dicen los expertos, una que podría tener una variedad de usos más allá de la pandemia mundial actual, incluido el seguimiento de otras enfermedades infecciosas y la resistencia de los gérmenes a los antibióticos.
El virus que causa el COVID -19 infecta muchos tipos de células del cuerpo, incluidas las del tracto respiratorio y el intestino. La firma genética del virus, el ARN viral, llega a las heces y, por lo general, aparece en las fecas días antes de que comiencen los síntomas.
Las muestras se extraen de las aguas residuales, que es lo que sale de las tuberías de alcantarillado. Por lo general, se extraen mecánicamente o por un humano con un recipiente en el extremo de una varilla.
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Los datos de la prueba por sí solos no brindan mucho valor a los funcionarios de salud; deben traducirse para que sean útiles. Los científicos aún están aprendiendo a leer los datos, un proceso complicado que involucra comprender diferentes relaciones muy específicas que se dan.
Los asediados funcionarios de salud pública han luchado por incorporar los nuevos datos en sus ya abrumadoras cargas de trabajo, pero los CDC esperan poder abordar esos problemas con su nuevo sistema nacional que rastrea y traduce datos de aguas residuales para los gobiernos locales.
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