Las manzanas y los artículos derivados de la aceituna -como el aceite de oliva– son algunos de los productos destacados de la agricultura chilena. Ahora, una empresa nacional planea ir más allá y aprovechar los residuos que quedan en su producción para generar bioenergía.
Sí, tal como lo oye, energía a partir de los restos de manzanas y aceitunas es en lo que trabajará la planta piloto que espera construir Asgreen durante el segundo semestre de 2021 en Curicó.
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Desde la compañía de ingeniería sostenible explican que la idea nació en el trabajo con la industria alimentaria. “Nos dimos cuenta que generaban una gran cantidad de residuos y que no se estaban aprovechando correctamente“, nos cuenta María Luisa Lozano, directora ejecutiva y una de las fundadoras de Asgreen.
Ahí, pensando en la economía circular, decidieron optimizar estos residuos, que al año en Chile pueden sobrepasar las 282.000 toneladas.
Hágase la luz, con materia orgánica
Desde el área química de Asgreen, lo primero que tuvieron que trabajar para lograr energía eléctrica a partir de los desechos fue extraer ciertos compuestos naturales (polifenoles) que, de cierta forma, inhiben el potencial energético de los residuos de manzanas y aceitunas.
La gran gracia -dicen- es que esos mismos compuestos que no son adecuados para producir electricidad, sí tienen otros usos válidos, como por ejemplo, en la medicina. Por lo tanto, también se aprovechan en el proceso.
Con lo que queda luego de la división, se realiza la digestión anaerobia, que produce biogas, dando paso a la electricidad.
El mecanismo ya lo han probado y desarrollado a nivel de laboratorio. Ahora, la idea es llevarlo a una siguiente escala, con la planta piloto.
“El objetivo es poder realizar una operación en un ambiente similar al industrial. Tener todo lo que es el acopio, la llegada de los residuos, la operación continua“, explica Lozano.
En otras palabras, una primera “parada” antes de diseñar una planta definitiva. Para eso, ya han recibido fondos de Corfo y se encuentran dialogando para levantar capital local que les permita reunir los cerca de $300 millones que podría costar la infraestructura.
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“Hay bastante experiencia internacional de distintas tecnologías que sólo sería necesario adaptar acá. Lo más importante es estar abierto a los modelos de negocio circular, porque la economía circular es de sistemas y requiere de mucha colaboración“, indica a modo de conclusión la directora ejecutiva de Asgreen.
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