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El Telescopio Espacial James Webb (JWST) logró rastrear la “huella química” completa del exoplaneta WASP-39 b, descubierto en 2011.

Según la NASA, el telescopio pudo detectar la composición de la atmosfera del exoplaneta, incluyendo los átomos, moléculas e incluso signos de química activa y nubes.

El perfil químico, denominado como “huella” por los científicos, está compuesto por dióxido de azufre (SO2), potasio (K), dióxido de carbono (CO2) y vapor de agua (H2O).

En agosto ya se había anunciado que la atmosfera del WASO-39 b contenía dióxido de carbono.

A pesar de la distancia, el Telescopio Webb pudo dar las primeras impresiones de las nubes del planeta, las que estarían dividas en la atmosfera, al igual que en la Tierra.

Uno de los factores relevantes del hecho sería el descubrimiento y detección del dióxido de azufre en la atmosfera del planeta. Esta molécula se produce por reacciones químicas provocadas por la energía de la luz de la estrella madre del cuerpo celeste.

“El inventario químico de WASP-39 b sugiere una historia de aplastamientos y fusiones de cuerpos más pequeños llamados planetesimales para crear un eventual planeta gigante“, indicó la NASA.

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Asimismo, la agencia aseguró que la capa de ozono del exoplaneta también se generó con energía del Sol. De igual forma, se le considera el planeta WASP-39 b como un Saturno caliente, ya que es tan grande como saturno pero más cercano al Sol.

“Al analizar con tanta precisión su atmosfera, los instrumentos del Telescopio Webb superaron con creces las expectativas de los científicos y prometen una nueva fase de exploración entre la amplia variedad de exoplanetas de la galaxia”, concluyen.

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