Luego de que la nave Soyuz MS-22, encargada de traer de vuelta a la Tierra a la tripulación de la Estación Espacial Internacional (EEI), presentara una fuga en su sistema de refrigeración, el lanzamiento de una nueva “nave de rescate” devolvió las esperanzas a las autoridades espaciales.

Soyuz MS-23 “se enganchó” en modo automático al segmento ruso de la plataforma orbital, tal y como estaba previsto, según EFE y la nave espacial se acopló con éxito a la EEI.

De esta manera, devolverá en septiembre a nuestro planeta a los cosmonautas rusos Serguéi Prokópiev y Dmitri Petelin, y al astronauta estadounidense de origen salvadoreño Frank Rubio, quienes se encuentran en el espacio seis meses más de lo programado.

Pese a las tensiones por la invasión rusa en Ucrania, las agencias espaciales no han dejado de cooperar juntas. De acuerdo al medio de comunicación, Roscosmos tomó la decisión de descartar la Soyuz MS-22 para el retorno de la tripulación ruso-estadounidense a la Tierra.

Con posterioridad, el 11 febrero fue detectada otra fuga de refrigerante, lo que hizo temer a las autoridades espaciales rusas de que se tratase de un fallo de diseño. El 20 de febrero pasado, Roscosmos autorizó el lanzamiento de la nueva nave tras descartar fallas en el sistema de refrigeración.

Soyuz MS-23, concebida para viajar con tripulantes, llevó a la EEI 429 kilogramos de carga, que incluye equipamiento médico, medios para la limpieza de la estación y el control de los sistemas de purificación de aire y su balance de gases y el abastecimiento de agua.

En dicha plataforma orbital trabaja ahora la tripulación número 68, compuesta por siete personas en total: los rusos Serguéi Prokópiev, Dmitri Petelin y Anna Kíkina; los astronautas de la NASA Frank Rubio, Nicole Mann y Josh Cassada, y el japonés Koichi Wakata

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