Hace más de un siglo, Wilhelm Röntgen revolucionó la medicina al descubrir los rayos X, que permitieron obtener imágenes de los huesos. Hoy en día, la NASA utiliza poderosos telescopios espaciales de rayos X para desvelar un misterio cósmico: la “Mano Cósmica”.
Esta estructura, ubicada a 16.000 años luz de la Tierra, se forma alrededor de una estrella de neutrones, el remanente colapsado de una estrella gigante que agotó su combustible nuclear.
IXPE: La nueva mirada a la mano cósmica
El telescopio de rayos X más nuevo de la NASA, el Explorador de polarimetría de rayos X de imágenes (IXPE), ha observado la “Mano Cósmica” durante un periodo sin precedentes de 17 días.
Lo que distingue a IXPE es su capacidad para detectar la polarización de los rayos X, lo que revela información oculta. En este caso, ha proporcionado el primer mapa del campo magnético en la “mano” cósmica.
Los datos del IXPE revelan una historia fascinante sobre la materia súper energética y las partículas de antimateria alrededor del púlsar. Se ha observado un brillante chorro de rayos X que se extiende desde el púlsar hasta la “muñeca” de la mano cósmica.
Estos resultados sugieren que las partículas reciben un impulso de energía en regiones turbulentas cerca del púlsar, antes de fluir hacia áreas con campos magnéticos uniformes a lo largo de los “dedos” cósmicos.
Este descubrimiento ofrece valiosa información sobre cómo los púlsares pueden actuar como aceleradores de partículas en el espacio. Además, IXPE ha detectado campos magnéticos similares en otras nebulosas de viento del púlsar, sugiriendo que este fenómeno podría ser más común de lo que se pensaba.
El uso de rayos X en la astronomía revela una ventana al universo que nos permite explorar fenómenos cósmicos que desafían nuestra comprensión. Los telescopios espaciales como IXPE continúan desvelando los secretos del cosmos, llevándonos un paso más cerca de comprender la riqueza y la diversidad del universo que nos rodea.
Laboratorios de física extrema
Las estrellas de neutrones en rotación con intensos campos magnéticos, conocidas como púlsares, ofrecen un laboratorio único para la física extrema. Los púlsares jóvenes pueden generar chorros de materia y antimateria que se alejan de sus polos, junto con un poderoso viento estelar, dando forma a la “nebulosa del viento del púlsar”.
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