Las rocas lunares recogidas durante el programa Apolo de la NASA en la década pasada, han proporcionado un sinnúmero de información sobre el único satélite natural de la Tierra, pero también han sido la fuente de un misterio perdurable. Algunas parecían haberse formado en presencia de un fuerte campo magnético (carga eléctrica producida por los electrones en movimiento) que rivalizaba con el de la Tierra, pero no estaba claro cómo un cuerpo del tamaño de la Luna podría haber generado una carga tan potente.

Sobre lo anterior, una investigación  de la Universidad de Brown propone una nueva explicación para este fenómeno. La investigación publicada en Nature Astronomy apunta a que las formaciones rocosas que se hunden en el manto lunar, podrían haberse producido a partir de un tipo de “convección interior” capaz de generar fuertes campos magnéticos.

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La hipótesis

Los cuerpos planetarios producen campos magnéticos a través de lo que se conoce como dínamo del núcleo, el calor que se disipa lentamente provoca la convección de metales fundidos en el núcleo de un planeta. La Luna carece de campo magnético en la actualidad y los modelos de su núcleo sugieren que era demasiado pequeño.

“En lugar de pensar en cómo alimentar un campo magnético fuerte de forma continua durante miles de millones de años, quizá haya una forma de conseguir un campo de alta intensidad de forma intermitente. Nuestro modelo muestra cómo puede ocurrir eso”, explicó Alexander Evans coautor del estudio en un comunicado.

En el caso de la Luna primitiva, el manto que rodeaba el núcleo no era mucho más frío que el propio núcleo. Como el calor del núcleo no tenía adónde ir, no había mucha convección y este nuevo estudio muestra cómo las rocas que se hunden podrían haber proporcionado impulsos convectivos intermitentes. Para esto, Evans y Sonia Tikoo de la Universidad de Stanford, modelaron la dinámica de cómo se habrían hundido esas formaciones, así como el efecto que podrían tener cuando finalmente llegaran al núcleo de este satélite.

La historia de estas piedras que se hunden comienza unos pocos millones de años después de la formación de la Luna. Al principio de su historia, se cree que la Luna estaba cubierta por roca fundida. Cuando el magma comenzó a enfriarse y a solidificarse, minerales como el olivino y el piroxeno, más densos que el magma líquido, se distribuyeron hasta el fondo.

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Según los investigadores, cuando las manchas frías entraron en contacto con el núcleo caliente después de hundirse, el desajuste de temperatura habría impulsado un aumento de la convección del núcleo, lo suficiente como para impulsar un campo magnético en la superficie de la Luna potente, incluso más que el de la Tierra.

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