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(CNN) – Un nuevo estudio reveló que cuando el astronauta Scott Kelly pasó casi un año en el espacio, su corazón se encogió a pesar de que hizo ejercicio seis días a la semana durante su estadía de 340 días.
Sorprendentemente, los investigadores observaron el mismo cambio en Benoît Lecomte después de completar su nado de 159 días a través del Océano Pacífico en 2018.
Los hallazgos sugieren que la ingravidez a largo plazo altera la estructura del corazón, provocando encogimiento y atrofia, y el ejercicio de baja intensidad no es suficiente para evitar que eso suceda.
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Kelly y Lecomte experimentaron una pérdida de masa y una caída inicial de diámetro en los ventrículos izquierdos del corazón durante sus experiencias. Tanto los vuelos espaciales de larga duración como la inmersión prolongada en agua llevaron a una adaptación muy específica del corazón, explicó el autor principal del estudio, el Dr. Benjamin Levine, profesor de Medicina Interna y Cardiología en el Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas.
Sin impacto negativo
En este caso, los investigadores vieron que el corazón se adaptó, pero la contracción no causó ningún efecto nocivo, presente ni a largo plazo.
“El corazón se vuelve más pequeño, se encoge y se atrofia, pero no se debilita, está bien”, dijo Levine, quien también es director del Instituto de Medicina del Ejercicio y Ambiental, una colaboración entre UT Southwestern y Texas Health Presbyterian Hospital. Dallas.
“La función es normal, pero debido a que el cuerpo está acostumbrado a bombear sangre cuesta arriba contra la gravedad en posición vertical, cuando eliminas ese estímulo gravitacional, particularmente en alguien que es bastante activo y en forma de antemano, el corazón se adapta a esa nueva carga“, agregó.
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Los efectos de la radiación espacial
Los astronautas son en su mayoría hombres y mujeres de mediana edad, por lo que la principal preocupación es que puedan sufrir un ataque cardíaco.
¿Qué les sucede a las arterias del corazón después de una exposición prolongada a la ingravidez y la radiación? Esa es una pregunta que Levine y sus colegas investigadores quieren responder en el futuro. Observarán las arterias coronarias de los astronautas antes y después del vuelo mediante una angiografía por tomografía computarizada, una prueba de rayos X que puede revelar la estructura general y el revestimiento de las arterias del corazón.
La fibrilación auricular, o latidos cardíacos rápidos e irregulares, es la forma más común de arritmia, y los astronautas la padecen aproximadamente una década antes que el resto de la población, dijo Levine. Eso puede deberse a que las aurículas, las dos cámaras superiores del corazón, se dilatan en el espacio.
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A Levine le preocupa que los astronautas puedan correr el riesgo de desarrollar esto durante los vuelos espaciales de larga duración. Si bien no pone en peligro la vida, la fibrilación auricular puede causar malestar, reducir la tolerancia al ejercicio y aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular en personas que por lo demás están sanas, dijo.
Tener acceso a resonancias magnéticas cardíacas de los astronautas antes y después de su vuelo en el futuro podría proporcionar a los investigadores una comprensión mejor y más detallada de lo que está sucediendo en los ventrículos derecho e izquierdo del corazón, comentó el primer autor del estudio, el Dr. James MacNamara, un avanzado becario de ecocardiografía de UT Southwestern que trabaja con Levine.
Levine y sus colegas estudiarán a 10 astronautas más que planean pasar un año en el espacio durante la próxima década, enfocándose en la mirada más intensa a las arterias del corazón y al músculo mismo. El estudio también incluirá a astronautas que pasen seis meses en la estación espacial, así como vuelos de menor duración. “Así que estaremos listos cuando vayamos a Marte”, dijo Levine.
El estudio fue publicado en la revista Circulation de la American Heart Association.
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