Este 30 de septiembre, la misión de la NASA y el Centro Aeroespacial Alemán (DLR, por su acrónimo alemán) SOFIA llegará a su fin luego de haber volado durante ocho años por todo el mundo y contribuir a la ciencia con sus relevantes datos.
A diferencia de los telescopios que poseemos en tierra, estos son estacionarios y los podemos encontrar en un desierto o en la cima de una montaña. La otra forma son los telescopios que se encuentran en el espacio, directamente donde ocurre toda la acción. Pero también tenemos observatorios móviles instalados en aviones.
Ese es el caso de SOFIA (Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja), un telescopio de 2,7 metros a bordo de un avión Boeing 747SP que vuela durante 10 horas entre 11.500 y 13.700 metros de altitud, realiza observaciones infrarrojas atmosféricas altas de cosmos.
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Su contribución a la ciencia es increíble, ya que descubrió la primera molécula que se formó en el universo luego del Big Bang -fue hidruro de helio-, la detección de campos magnéticos en todo el universo y logró descubrir agua en áreas iluminadas por el Sol en la Luna.
Sin embargo, este observatorio ha llegado a su fin, y al esquivar varias solicitudes de calcinación durante años, finalmente el presupuesto operativo anual de SOFIA no fue aceptado, puesto que “la productividad científica de la misión no se corresponde con otras grandes misiones científicas” y su funcionamiento cuesta alrededor de $885 millones por año.
SOFIA en Chile
Una de las últimas observaciones que SOFIA realizó fue desarrollada en nuestro país, donde en marzo del 2022, el Boeing 747SP aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Santiago y se dedicó durante dos semanas a observar la Nube Grande y la Nube Pequeña de Magallanes. Esto marcó un hito porque se trató de la primera vez que el observatorio visitaba Sudamérica.
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Para conocer más detalles sobre esta misión, en Futuro 360 conversamos con Naseem Rangwala, científica del Centro de Investigación Ames de la NASA en California y líder de los aspectos científicos de la misión.
—¿Por qué eligieron Chile?
—Antes de venir, hicimos una encuesta: cuáles son todos los sitios del mundo a los que podemos ir y podemos obtener muy buenas observaciones en esta época del año y Chile fue una muy buena opción para nosotros, porque no solo obtendríamos datos de buena calidad, también tendríamos acceso al cielo del sur, que es lo que queríamos Y es algo realmente bueno tener una gran comunidad de astrónomos aquí, así que fue realmente bueno hacer algo.
La astrofísica manifestó que como equipo se encontraban emocionados de visitar Chile, ya que ver el cielo en Chile “es completamente diferente” que en California, especialmente observar la gran Nube de Magallanes, puesto que nuestro país tiene la cercanía mayor.
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—¿En qué se diferencia de un telescopio fijo?
—En general, existen algunas diferencias técnicas claras entre la base terrestre y el observatorio aéreo. Pero en general son un trabajo muy similar, pero con un alto nivel de luz, por lo que para nosotros es un momento de despegue, porque si no despegamos a tiempo, planificamos con precisión nuestro tiempo de juego.
Al ser un observatorio aéreo para astronomía infrarroja, es capaz de captar la frecuencia de los infrarrojos más largos que se absorben por el agua y la atmosfera terrestre.
El propósito de SOFIA fue explorar el universo, estudiar las estrellas, “cómo se forman los planetas, las moléculas y los medios interestelares”, el que logró cumplir. Con su última investigación -respaldada por datos de Atacama Large Millimeter Array (ALMA)- muestra una pista de cómo surgió el sistema protobinario y planetas de Tetooine.
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