Un equipo de astrofísicos ha desafiado las suposiciones convencionales sobre la forma de los planetas gigantes gaseosos como Júpiter, revelando en un estudio revolucionario que estos colosos celestiales podrían haber tenido una forma aplanada durante sus primeros días de formación.
Utilizando potentes simulaciones por computadora, los científicos han descubierto que los gigantes gaseosos, en lugar de adoptar la forma esférica típica, probablemente comenzaron su vida con una forma similar a la de un M&M, es decir, aplanada en los polos y más ancha en el ecuador.
El hallazgo, que pronto será publicado en Astronomy & Astrophysics Letters, desafía las concepciones previas sobre la formación planetaria y plantea nuevas preguntas sobre cómo evolucionan los cuerpos celestes en el universo.
Dimitris Stamatellos, astrofísico de la Universidad de Lancashire Central y coautor del estudio, expresó su sorpresa ante los resultados, destacando que la comunidad científica siempre había asumido que los planetas eran esféricos desde el principio.
La teoría actual sugiere que los planetas se forman a partir de enormes nubes de gas y polvo que orbitan las estrellas, pero para los gigantes gaseosos, como Júpiter, el proceso es aún más complejo. Se cree que se forman mediante la “ruptura de discos protoplanetarios grandes y en rotación alrededor de estrellas jóvenes en escalas de tiempo cortas“, según explicó Adam Fenton, autor principal del estudio, para Futurism.
Las simulaciones por computadora del equipo sugieren que la forma aplanada inicial de estos gigantes gaseosos se debe a las fuerzas centrífugas y al patrón de caída del material en sus polos en lugar de en sus ecuadores.
Este descubrimiento tiene importantes implicaciones para la observación y comprensión de planetas jóvenes en el universo. La forma de estos cuerpos celestes puede variar según el ángulo de visión, lo que debe tenerse en cuenta en futuras observaciones astronómicas.
En un momento en el que la tecnología nos permite observar planetas a años luz de distancia, este hallazgo ofrece una nueva perspectiva sobre la formación y evolución de los cuerpos celestes en el universo, desafiando nuestras concepciones previas y abriendo nuevas puertas para la exploración espacial y la comprensión de nuestro lugar en el cosmos.
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