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¿Lo sentiste? Seco, caluroso y despejado. El verano en la ciudad de Santiago es algo difícil de sobrellevar y particularmente lo fue la temporada recién pasada. Hace 70 años, no se registraba tanto calor.
Pese a que no existió un récord particular en grados, el promedio de temperaturas máximas de entre diciembre 2019 (31,5°C) y febrero (31,3°C), llevaron a que la temporada de verano pasada se posicionara como la más calurosa en cuanto a temperatura promedio máxima.
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Según la Oficina de Servicios Climáticos de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), la capital experimentó cinco olas de calor durante el verano 2019-2020. Dos ocurrieron en diciembre, otras dos en enero y una en febrero. La ola más larga tuvo una duración de cinco días y fue registrada entre el 27 y el 31 de diciembre.
¿Es normal experimentar esta cantidad de olas de calor? Según explica para Desafío Tierra el investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y académico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción, Martín Jacques, “el número de olas de calor ha aumentado en la mayor parte del territorio nacional desde mediados del siglo XX y Santiago no es la excepción. Hay una tendencia al alza y, ciertamente, esto se condice con el calentamiento registrado principalmente en el interior de Chile”.
Los fenómenos del clima están estrechamente relacionados y según Jacques, “en el caso de Santiago, un déficit de lluvias puede ir de la mano con una mayor frecuencia de olas de calor, debido a que las condiciones meteorológicas asociadas a cada fenómeno son opuestas. En climatología, hablamos de ‘procesos de retroalimentación’ cuando distintos fenómenos se interrelacionan para potenciarse o atenuarse”.
Agrega que en el escenario de mega sequía que sufre el centro del país, “esperamos que las olas de calor sean más intensas, eventualmente más frecuentes, porque el suelo está más seco y se calienta más rápidamente. A su vez, en la medida de que esto ocurra, la sequía se intensificará: hablamos de una retroalimentación positiva”.
Sobre el impacto de las olas de calor, asegura que afectan los ecosistemas de diversas maneras. “Entre ellas, las alteraciones ambientales asociadas pueden producir daños fisiológicos en plantas y facilitar el desarrollo de incendios forestales. En los humanos puede haber afectación del sistema cardiovascular, por ejemplo, debido a la exposición prolongada a altas temperaturas. Esto se agrava en las ciudades, debido al impacto en la salud de la contaminación y, además, porque se amplifican las temperaturas máximas en espacios urbanizados. Esto último se conoce como “isla de calor urbana”.
Cambios en clima y calentamiento del planeta
El investigador del Centro Cambio Global de la Pontificia Universidad Católica, Eduardo Bustos asegura para Desafío Tierra que “vemos que es un fenómeno que viene al alza y que es consistente con la señal de cambio climático que estamos observando a nivel global. Hemos visto que, a nivel del planeta, el mundo se está calentando producto de la acumulación de gases de efecto invernadero, cuyas tasas de emisión siguen siendo muy altas”.
Explica que el cambio climático tiene como primer efecto el aumento de la temperatura global del planeta. Esto conlleva una serie de efectos posteriores: “Producto del aumento de las temperaturas, es que los patrones de circulación de la atmósfera en los regímenes de vientos y el agua que se evapora, por ejemplo, de los océanos aumenta en algunas zonas”. Agrega que “la capacidad de retención de humedad de la atmósfera también aumenta. Este proceso de calentamiento global se expresa de distintas maneras en distintos lugares del mundo”.
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Una de las manifestaciones que el calentamiento del planeta ha traído, por ejemplo, en Chile, es la mega sequía que se vive desde hace diez años en la zona central. “Seguimos estando en un periodo de sequía muy fuerte que nos tiene muy complicados, en una situación extremadamente difícil en términos de abastecimiento de agua sobre todo para las comunidades más vulnerables. Y esa señal es consistente con el cambio climático para la zona central de Chile”, dice Bustos.
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