(CNN Español) – La cordillera Cantábrica, en el norte de España, ha sido testigo de una extraordinaria historia de recuperación de fauna silvestre. Aquí habita una especie que aún se considera en peligro de extinción, pero que, en las últimas tres décadas, ha experimentado un crecimiento exponencial: el oso pardo.
“Veíamos que el oso se extinguía. Estaba en el borde del precipicio de la extinción. Teníamos claro que había que hacer algo, pero algo relevante”, cuenta a CNN en Español Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo.
Según la Fundación Oso Pardo, la caza furtiva indiscriminada fue una de las causas de que casi desapareciera esta especie antaño. La organización comenzó su trabajo en 1992, cuando el oso estaba en peligro crítico de extinción.
“Había dos núcleos separados, uno de ellos con la más baja variabilidad genética en el mundo de los osos pardos, y entre los dos núcleos cantábricos no sumaban 60, 70 osos”, recuerda.
Recuperación numérica (y genética)
El trabajo incansable de la fundación, junto con los esfuerzos de los gobiernos regionales y el respeto de los habitantes de las “zonas oso”, como denominan de forma afectuosa a estos parajes, ha resultado en un aumento notable en el número de los ejemplares.
El más reciente censo genético realizado en 2020 por las comunidades autónomas estima que ahora habitan en la zona cerca de 370 osos pardos.
Ese es el resultado de trabajar no solo con el oso específicamente, sino con el territorio y la comunidad. “Aunque nos llamamos Oso Pardo, nuestra pasión es trabajar por el oso, pero también por su territorio, por sus hábitats y por todos los vínculos culturales que tienen los osos con los territorios”, dice Palomero.
En la cordillera Cantábrica, la población de osos se recuperó desde el punto de vista demográfico y también desde el punto de vista genético.
“En la actualidad, las dos poblaciones, que antes estaban separadas, ahora están en conexión a través de los machos, y la diversidad genética ha aumentado”, explica al respecto Juan Carlos Blanco, investigador de la fundación.
Cómo evitar los encuentros entre osos y humanos
El aumento en el número de osos hace que los encuentros entre estos animales y los humanos sean más probables.
Uno de los objetivos de la Fundación es crear estrategias para evitar estos encuentros y proporcionar consejos de comportamiento para las raras ocasiones en las que sí suceden.
“Estamos centrados en aspectos relacionados con osos que se adentran a los pueblos, osos que pueden habituarse a comer restos de basura, por ejemplo, cómo determinadas actividades económicas como el ecoturismo puede minimizarse por el impacto que puedan tener, o pudieran tener, sobre la propia conservación del oso pardo”, dice José Vicente López, dedicado a la investigación de especies de grandes carnívoros en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
La convivencia con el oso se ha convertido en una prioridad para los habitantes de estas montañas, que también ven con orgullo cómo cada año aumenta el número de turistas que se acerca a la zona con la esperanza de poder ver un oso, siempre desde lejos, respetando al animal y tomando todas las debidas precauciones.
“Vemos que tanto el turismo va creciendo como las posibilidades de la observación de osos. Entonces eso anima más a la gente a venir y hacer esta actividad”, cuenta Sofía González, empresaria de turismo ecológico de Somiedo Experience.
Adelantarse a las consecuencias del cambio climático
El otro reto prioritario para la Fundación Oso Pardo es trabajar proyectos para mitigar los efectos del cambio climático en el comportamiento del animal. La hibernación, los incendios y hasta su alimentación, que se basa en frutos y bayas principalmente, se ven afectados.
El cambio climático va a castigar a ciertas especies:
- Los arándanos
- Las hayas
- Los robles atlánticos
Pero parece que va a favorecer a otras:
- Los robles mediterráneos
- Los castaños
“Bueno, pues vamos a trabajar en potenciar estas especies, a plantar todo lo que podamos de estas especies que parece que no van a ser afectadas negativamente por el cambio climático. Y, además, vamos a plantarlas lejos de las poblaciones. Hay que alejar a los osos de las poblaciones”, explica al respecto Palomero.
El éxito de esta estrategia de conservación se replica en la zona de Los Pirineos, donde la población del oso pardo aún es escasa, pero poco a poco también se va recuperando.
“Tenemos que esforzarnos para que la coexistencia entre los humanos y los osos sea tranquila y pacífica”.
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