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El mes pasado las temperaturas de Siberia se elevaron 10°C por sobre el promedio. El país, hogar de gran parte de los hielos perennes del mundo, se suma al resto del continente que según la red de monitoreo del clima de la Unión Europea, ha pasado por el mayo más caliente de la historia.
El Servicio de Cambio Climático Copérnico (C3S) aseguró que mayo de 2020 fue 0,63°C más cálido que el promedio registrado entre 1981 a 2010, dejando elevados termómetros en Alaska, Europa, Norteamérica, ciertas partes de África y la Antártica.
Freja Vamborg, científico sénior del C3S, aseguró a AFP que Siberia del Este se ha mantenido inusualmente caliente por al menos unos cuantos meses. “Las enormes anormalidades comenzaron en enero y, desde entonces, las señales han sido bastante persistentes”, declaró a través de un email.
Mundialmente, la temperatura de año hasta mayo de 2020 está cerca de alcanzar los 1,3°C por sobre los niveles preindustriales, el punto de referencia con el que normalmente se mide el calentamiento global. Recordemos que cerca de 200 países se comprometieron a mantener el aumento de la temperatura global bajo los 2°C, idealmente en un máximo de 1,5°C, en el acuerdo de París de 2015.
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La ola de calor que afecta a Siberia y Alaska causa preocupación en regiones donde se han visto enormes incendios forestales, y en los cuales C3S asegura existen “llamas zombie” bajo tierra, que podrían reactivarse debido a las altas temperaturas.
Además, la agencia climático europea registró temperaturas superiores al promedio en el sector ártico en el mismo periodo marzo-mayo.
Sin embargo, el norte de Canadá, la Península Balcánica, algunas partes de Australia y el Este de Estados Unidos vieron un pequeño descenso en sus temperaturas.
Aún así, los 12 meses que condujeron a mayo de 2020 fueron 0,7°C más cálidos que el periodo 1981 a 2010, alcanzando al periodo 2015-2016, el cual es el más caluroso del que se tenga registro.
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“En general, las temperaturas globales han aumentado más de 1°C desde mediados del siglo 19; casi totalmente por culpa de la quema de combustibles fósiles. Desde 2002 que se han estado registrando temperaturas por sobre el promedio, y los últimos 5 años han sido consistentemente los más calientes de la historia”, aseguró a Futuro360 José Garcés-Vargas, investigador del Centro de Investigación IDEAL.
“A la tasa actual de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), un reporte especial reciente del IPCC señala que alcanzaremos 1.5ºC de calentamiento global respecto a niveles preindustriales entre 2030 y 2050. Las posibilidades de estabilización de dicho valor dependen fuertemente de cómo logremos disminuir la emisión de GEI. El cambio climático asociado a este fenómeno involucra riesgos para la humanidad asociados con mayor frecuencia e intensidad de eventos regionales extremos, tales como olas de calor, sequías, e inundaciones, entre otros. Además, se prevé un fuerte impacto en ecosistemas y su diversidad, como la pérdida e incluso extinción de especies”, apuntó Martín Jacques, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y Académico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción.
“A nivel global, los 5 años más cálidos registrados han ocurrido desde 2015. De hecho, 2019 fue el segundo año más cálido, tras el 2016. Es decir, el calentamiento ocurre de manera sostenida y esta tendencia hace esperar que 2020 no sea la excepción. En el caso de Chile, durante la última década hemos experimentado no solamente el aumento de las temperaturas, sino que también la prolongación de la megasequía, con sus conocidos impactos. Ambos fenómenos han persistido durante lo transcurrido de 2020”, agregó Jacques.
“Entre los principales consecuencias se pronostican problemas en la salud de las personas y de su bienestar debido a una mayor cantidad de eventos extremos, incendios forestales de mayor envergadura y que sus periodos de duración sean más largos como también un deterioro de la calidad del aire. Además, en áreas costeras, la elevación del nivel del mar y una mayor cantidad de marejadas provocará una mayor erosión e inundaciones afectando infraestructuras como carreteras y puertos. También, afectará las cadenas de nuestros sistemas alimentarios y sanitarios”, concluyó Garcés-Vargas.
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