Desconfinamiento trae de vuelta la contaminación - (02:41)
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Las luces artificiales deberían ser tratadas como cualquier otra forma de contaminación, debido a que su impacto nocivo se ha ampliado al punto de la disrupción sistémica, según afirma una reciente investigación.

La iluminación generada por humanos crece a un ritmo e intensidad cercana a un 2% por año, generando un problema que puede llegar a ser comparado con el cambio climático, eso de acuerdo a lo revelado por biólogos de la Universidad de Exeter, en Inglaterra.

Cambios en niveles hormonales, ciclos de apareamiento, patrones de actividad y vulnerabilidad frente a depredadores se pueden apreciar en un amplio espectro de especies, aseguran los expertos en la revista Nature Ecology and Evolution.

Desde una reducción en la polinización de los insectos y árboles floreciendo antes de la primavera, hasta aves marinas volando en dirección de faros y tortugas marinas erróneamente llegando a brillantes hoteles en búsqueda de la puesta del sol. El estudio se suma a otros 126 papers, que hablan sobre la extensión del impacto lumínico.

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En todos las especies animales examinadas, los investigadores descubrieron niveles reducidos de melatonina – una hormona que regula los ciclos del sueño – producto de la luz artificial en la noche.

Los patrones de comportamientos también fueron interrumpidos, tanto en criaturas diurnas como en las nocturnas. Los roedores, quienes son más activos de noche, estuvieron moviéndose en duraciones más breves, mientras que los pájaros comenzaron a cantar antes y a buscar gusanos antes en el día.

Sin embargo, los resultados no son completamente negativos. Los científicos aseguraron que ciertas especies, se beneficiaron con una mayor luz en la noche: algunas plantas crecieron más rápido, mientras ciertos tipos de murciélagos prosperaron. 

Aún así, los efectos totales fueron bastante disruptivos, particularmente, en los insectos atraídos a los focos de luz o a las luces de los autos. 

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“Lo que resalta, es lo penetrante que son los efectos. Los podemos encontrar en todas partes: microbios, invertebrados, animales y plantas. Necesitamos comenzar a pensar en la iluminación, de la misma forma en la que nos preocupamos de otras presiones sistémicas que influyen en el cambio climático“, aseguró Kevin Gaston, principal autor del estudio, a The Guardian

El profesor del Instituto para el Medioambiente y la Sustentabilidad aseguró que ha habido un incremento en los estudios de este tipo en los últimos 10 años, ya que la cantidad de luz artificial se ha hecho cada vez más evidente. 

Imágenes satelitales demuestran que el problema se está expandiendo geográficamente. Además las luces se están volviendo cada vez más intensas, debido a la llegada de las LED , lo que resulta más complejo, ya que la luz blanca tiene un espectro más amplio, similar a la luz solar. 

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